Archivo de la categoría: Paco Rebolo, MasterChef

Paco Rebolo Masterchef
La cocina con más arte de la comarca y más allá.
Un pico de oro, sagaz e inteligente. Desmenuza las palabras deleitándonos con sus maravillosas recetas.

Costillas de cerdo ibérico laqueadas

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Las costillas de cerdo son ya de por sí un manjar de indudables valor y méritos morales. Si son de cerdo ibérico subimos un peldaño más en la obtención de un karma que nos permita reencarnarnos, al menos, en salamandra del Ártico (para cosas como sindicalista liberado necesitamos mucho más karma).

Lo importante en estos casos es adquirir algo de calidad, donde casi asomen las bellotas que nuestro amigo haya engullido durante su estancia en montanera dedicado a la holganza, el fornicio y la molicie… vamos, lo que todos envidiamos pero no nos atrevemos a confesar. Y lo interesante una vez hayamos adquirido esas lindas costillitas es que podemos prepararlas con bastante flexibilidad, que no significa hacer gimnasia artística mientras las aderezamos (para las aberraciones tenemos que leer los anuncios clasificados del ABC, que la pela es la pela). Sigue leyendo

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Boquerones rellenos

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Se puede decir que uno no es verdaderamente hombre (miembro o miembra de la raza humana) hasta que no ha probado, pero probado de verdad, los boquerones rellenos. De hecho, es de esos platos con los que uno está dispuesto a defender el honor de la familia (podemos afirmar que la tríadacapitalina del honor la componen los boquerones rellenos, las croquetas y las albóndigas) en duelo a primera sangre en la tapia del cementerio más cercano.

Eso sí, debemos tener en cuenta siempre que en el boquerón los opérculos branquiales se proyectan sobre la epibranquias y que la pseudobranquia es algo mayor que el ojo y alcanza la parte inferior del opérculo branquial. No sé para qué, pero no creo que debamos olvidarlo nunca. Sigue leyendo

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Moruna de sardinas

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tayin de pescadoEn estos días de minimalismos, conceptos deconstruidos y comidas diseñadas a veces por nuestro peor enemigo, creo que no viene mal volver a nuestros orígenes o, al menos, a alguno de nuestros orígenes. Que en nuestro caso nos hace mirar un poco más allá de esa lengua de mar a la que llamamos Estrecho de Gibraltar y recordar (al menos en mi caso) cositas que engullíamos en nuestra niñez/adolescencia.

Y es que hace poco tuve la ocasión de charlar sobre la Gastronomía de nuestra comarca en un agradable Foro y, por lógica, hube de documentarme para soltar paridas mínimamente fundamentadas. En este buceo de documentación (en realidad de páginas y páginas de internet) topéme con un plato que ya apenas recordaba y que me hizo reafirmarme en mi tesis de que por aquí, por estos pagos, la mejor cocina ha sido la de chiringuito. Pero de cuando se comía bien en los chiringuitos de toda la vida en esas playas familiares que hasta hace poco disfrutábamos. Es decir, nada de congelados ni envasados, menos petróleo en los pies y muchas tortillas de papas, pimientos fritos, caracoles, jurelitos fritos y… moruna de sardinas. Sigue leyendo

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Huevos revueltos con setas y otras cositas

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huevos con boletusEn principio, hacer unos huevos revueltos parece más cosa de niños que receta digna de ser ensalzada, citada o hasta catada con fruición. Nada más lejos de la realidad, si es que alguien puede definir con certeza el concepto de realidad (y si no, a ver Matrix).

Llegados a este punto, cualquiera puede recordar esos magníficos huevos revueltos que ha engullido desde su más tierna infancia… ¿seguro? Yo diría que no. Porque lo que estamos acostumbrados a comer es más una tortilla rota que unos huevos revueltos. Para empezar.

Es decir que no vale con echar aceite y darle vueltas y más vueltas a los huevos. No al menos como yo quiero plantearlos. Porque las vueltas y más vueltas se les dan (de ahí en filigrana semántica lo de “revueltos”), pero de otra forma, con poquito aceite, muy poco y… al Baño María (o similar, como expongo luego); sin dejar nunca que cuaje porque entonces tenemos una tortilla, rica sí, pero tortilla. Y os puedo asegurar que la textura de los huevos revueltos de la otra forma supera a la de las tortillas rotas de parte a parte. Por goleada, vamos. Sigue leyendo

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Concurso de tortilla de patatas

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tortilla-con-berengenaPara definir la tortilla de patatas tendríamos que recurrir a la sublimación de virtudes y la negación de defectos, como si de una vulgar divinidad se tratara. Es decir, mejor no definirla. Si acaso describirla, o ensalzar alguna de sus manifestaciones porque atendiendo de nuevo a la Escolástica (que no es la señora que vivía al lado de mi casa cuando yo era niño), podríamos decir que la tortilla es un Universal. De los pocos que además nos da satisfacciones variopintas y multiformes.

Así, en el acercamiento a esa verdad absoluta, se organizó un concurso de tortilla de papas en casa de mi amigo Juan, en Los Arcos de la Bajadilla, con la esperanza de deleitarnos en la contemplación y degustación de tan patrio manjar (recién ganado el Mundial no podíamos hacer un concurso de otro elemento más hispano.)

Con la promesa de dos premios para cocinillas y el anticipo de una gran zampada tortilleril, se apuntaron más de 20 especímenes y se asustaron otros y otras tantos. Así que el reto para el jurado apuntaba maneras. Y allí que estábamos J. M. Dicenta, Nene Picazo, Juan Téllez, Juan Moriche y aquí el que suscribe repartiéndonos el trabajo para no morir en el intento. Sigue leyendo

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Gambas al ajillo

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Gambas al Ajillo quechicCon las gambas al ajillo me pasa una cosa curiosa y es que cada vez que las como me entran ganas de aprender sumerio. Sé que es extraño, pero la vida tiene tantos misterios…

Así, para empezar, es un plato simple, sencillo, bello en todos sus aspectos, que nos puede deleitar desde su misma contemplación. Lo importante, como casi siempre, es hacernos con un buen género y no estropearlo, lo cual a veces ya es mucho. Y como en este caso son pocos los elementos, los enumeramos con facilidad: gambas (más o menos seis por persona, salvo si estoy yo, que me echaré quince o dieciséis), ajo, vino blanco (mejor Fino), aceite de oliva y guindillas.

Y aquí empieza lo bueno. La elección de los elementos que citamos antes. En cuanto a las gambas, es difícil no encontrarlas muy buenas por aquestos lares, pero siempre hay quien es capaz de hacerlo. Y a unas malas siempre podemos comprar algunas de las muy bien congeladas, que también las hay, y permitirlas que se descongelen muy despacito. Y si a algún desalmado se le ocurriere descongelarlas en el microondas, que sepa que no se descongelan, se cuecen; y no queremos nada cocido aquí. Sigue leyendo

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