GRANJAS DE ENGORDE DE MUJERES

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En Mauritania existe una  tradición que  aunque  estaba a punto de desaparecer vuelve a estar latente en la cultura de esa zona. El país estaba luchando por modernizarse y entrar en el siglo XXI, pero  el golpe de estado de 2008 consiguió  imponer las antiguas tradiciones.

Esta en concreto consiste en hacer engordar a las niñas obligándolas a comer para que cojan peso.

Esta práctica, que se conoce como Leblouh, tiene que ver con la idea de que la obesidad es signo de belleza y riqueza. Una mujer obesa tiene más probabilidades de contraer matrimonio con un hombre rico que pueda  permitirse no hacer trabajar a su esposa. Y los hombres también las prefieren gordas, ya que para ellos es un signo de bonanza.

Las madres se preocupan si sus hijas son demasiado delgadas porque piensan que con esa constitución jamás encontrarán un buen esposo. De hecho, una de las mayores vergüenzas en Mauritania es tener descendientes demasiado delgadas.

En las ciudades  de Mauritania esta práctica es residual, sin embargo, en  las zonas rurales se aplica al 75% de las niñas, debido a la mayor presencia y permanencia de elementos tradicionales y la falta de modernización.

El Leblouh es una granja de engorde en la cual se encierra a niñas de entre cinco y trece años que son cuidadas por mujeres mayores, las guardianas de esta tradición. Ellas son las encargadas de preparar las comidas para las niñas y de evitar que se muevan mucho para que no quemen calorías. La temporada ideal es la estación de las lluvias porque es cuando hay más leche de camello disponible para su alimentación. Las niñas deben consumir unas 16.000 calorías diarias en forma de batidos de mijo, mezcla de cereales, tazas de manteca, 20 litros de leche de camello o cabra, grandes cantidades de cous-cous aceitoso y carnes grasientas de cordero. Todo ello para conseguir llegar a los 80 kg, que es el peso ideal de una niña mauritana de 12 años. Y si se niegan a comer se les obliga con métodos poco ortodoxos.

A pesar de que cada vez existen menos granjas de engorde, el ideal de belleza sigue siendo la mujer voluminosa. Muchas mujeres para conseguir tener ese cuerpo ideal recurren a métodos de engorde mucho más modernos: los medicamentos. Pastillas o jarabes para ganar peso que se venden libremente en el mercado, sin necesidad de receta médica y, en ocasiones, recurren a productos de engorde animal, como pastillas para engordar a los gansos. Además existe todo un mercado negro de medicinas occidentales para provocar apetito o hinchar el cuerpo. Algunas niñas consumen hormonas o la píldora del día después…

Es evidente que todo esto conlleva unos riesgos graves para la salud tanto física y como mental. Al hecho de consumir esos medicamentos hay que añadir los riesgos que trae consigo la obesidad: enfermedades cardiovasculares, la hipertensión arterial, diabetes, hígado graso, artrosis, reumatismo…

En la actualidad casi nadie se atreve a hablar en público del engorde por  ser un tema tabú en la sociedad mauritana. Tal vez esa mentalidad de seguir con una tradición que obliga a las mujeres a ganar peso se deba a la deficiente escolarización de las niñas y la falta de información. Tampoco se realizan campañas educativas para combatir este fenómeno. UNICEF, Human Watch Rights y otras organizaciones intentan poner su granito de arena realizando campañas de concienciación para que las madres mauritanas sean conscientes del daño que le hacen a sus hijas con una práctica que, además,  vulnera los derechos del niño.

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