Archivo de la etiqueta: Y. Ro

Dani Rojas Mateo, «Nací siendo peluquero»

Si te gusta comparte...Share on FacebookTweet about this on TwitterEmail to someone

dani peluquero 014aCuando he llegado a la peluquería de Dani a primera hora de la mañana, ya habían tres clientas en el local, él no me esperaba, yo no tenía cita. Me saluda tan encantador como siempre y su cara de sorpresa se convierte en horror cuando le digo -¡Dani, vengo a que me arregles!

– ¡No puede ser verdad, no me puedes hacer esto, que estoy de trabajo hasta arriba y llevo toda la semana sin dormir con los ensayos de los pasos de Semana Santa! (me contesta con ojos muy abiertos).

Pobre, la verdad es que tiene cara de cansado, pero como siempre, y tirando de fuerza de voluntad me atiende con una sonrisa. Y es justamente eso lo que hace que Dani sea tan querido por tod@s, además de buen profesional, es muy buena persona, y el trato con «sus clientas» como dice él es personalizado, y siempre está cuando se le necesita.

Así que, aprovechando que estoy en su «pelu», cojo papel y boli y tiro de algunas preguntillas para hacer mi artículo.

¿Dani, cuánto tiempo llevas dedicándote a esto? Sigue leyendo

Si te gusta comparte...Share on FacebookTweet about this on TwitterEmail to someone

A un pescador

Si te gusta comparte...Share on FacebookTweet about this on TwitterEmail to someone

¿Donde me equivoqué? No lo se, ojalá pudiera dar marcha atrás hasta el punto donde empezó a romperse la magia.

¿Cuándo empezó desconfiar de mi, a esconderse, a marcharse despacio, como se aleja un velero en un mar con viento calmo? ¿Dónde quedó la complicidad, las conversaciones de madrugada, el deseo? ¿La intensidad absoluta, el amago de traición?

Yo gritaba desde la orilla, el miraba hacia otra parte. Yo no entendía nada. Entonces, comencé a enfadarme. Y frustrada le grité, tan fuerte, que mis palabras hincharon las velas y lo llevó más lejos aún. Me quedé mucho tiempo ahí, esperando que recapacitara, que me explicara, pero se convirtió en un punto en el horizonte, en la linea entre el cielo y el mar, hasta desaparecer.

¿Y ahora que? Sigue leyendo

Si te gusta comparte...Share on FacebookTweet about this on TwitterEmail to someone

La culpa, un sentimiento femenino

Si te gusta comparte...Share on FacebookTweet about this on TwitterEmail to someone

Si tu hijo saca un suspenso, es porque trabajas demasiado. Si no trabajas lo suficiente, no podrás darle todo lo que el quiere. Si tu pareja no te hace caso es porque te has descuidado. Si te has descuidado tienes que ir al Gym. Si vas al Gym pierdes demasiado tiempo, que egoísta eres.

¿Que no puedes dar el pecho a tu hijo recién nacido?… Que mala madre.

Si te comes un pastel de chocolate, si sales con tus amigas, si te quedas dormida… son muchas las razones por las cuales nos ataca a diario ese maldito sentimiento de culpa que nos hace sentir inferiores o que no estamos a la altura. Y es que en general, se nos pide demasiado, nos pedimos demasiado. Sigue leyendo

Si te gusta comparte...Share on FacebookTweet about this on TwitterEmail to someone

Cocido madrileño tres vuelcos y bola

Si te gusta comparte...Share on FacebookTweet about this on TwitterEmail to someone

El pasado viernes dia 31 de Enero, algunos tuvimos la suerte de degustar el famosísimo cocido madrileño de Paco Rebolo, nuestro masterchef. El punto de encuentro fué en Restaurante Los Arcos, en La Bajadilla. Su dueño Juan José Rondon nos abrió las puertas de su casa y nos presentó al alma máter de la cocina; su mujer Mari Carmen. Ella junto a Paco son los artífices de tal maravilla de la cocina, plato que, ni en el “foro” (de donde es originario) probé con tal sabor.

Paco, ¿cuál dirías que es el secreto de este cocido madrileño?

cocido madrileño quechic 010 subComo en casi todos los platos es algo simple, a saber, buenos ingredientes, respeto a los mismos, tiempo, cariño, cata y rectificación a su tiempo (si procede), y, sobre todo, como los buenos libros que deben ser bien leídos, debe ser bien comido, en inmejorable compaña y discusiones intensas por cualquier nimiedad, con un caldo acorde al plato y con el tiempo suficiente, nada de prisas ni zarandajas similares.

Y cuando todo eso sucede sólo queda disfrutar de momentos casi místicos por elevar una necesidad vital a la categoría de pecado. Y yo creo que los pecados, contrariamente a lo que prescribe la moral que nos esclaviza, están para ser disfrutados. Sigue leyendo

Si te gusta comparte...Share on FacebookTweet about this on TwitterEmail to someone