A un pescador

Si te gusta comparte...Share on Facebook0Tweet about this on TwitterEmail to someone

¿Donde me equivoqué? No lo se, ojalá pudiera dar marcha atrás hasta el punto donde empezó a romperse la magia.

¿Cuándo empezó desconfiar de mi, a esconderse, a marcharse despacio, como se aleja un velero en un mar con viento calmo? ¿Dónde quedó la complicidad, las conversaciones de madrugada, el deseo? ¿La intensidad absoluta, el amago de traición?

Yo gritaba desde la orilla, el miraba hacia otra parte. Yo no entendía nada. Entonces, comencé a enfadarme. Y frustrada le grité, tan fuerte, que mis palabras hincharon las velas y lo llevó más lejos aún. Me quedé mucho tiempo ahí, esperando que recapacitara, que me explicara, pero se convirtió en un punto en el horizonte, en la linea entre el cielo y el mar, hasta desaparecer.

¿Y ahora que?

Lo veo llegar a puerto de vez en cuando. Me mira a hurtadillas, disimuladamente. Sabe que sus ojos lo delatan y evita mirarme directamente. Si se acerca demasiado, aún noto aquella vieja corriente eléctrica que nos conectaba y que era invisible a los demás. 

Y comienza otra vez la agonía… Susurros al oído, besos escondidos, roces, caricias, latidos… Y nada es real. Nunca fue real. Y qué mas da… Todo lo que dijo fue mentira. El sólo salió a pescar. Era cuestión de deportividad. Encontrar una pieza lo suficientemente buena como para luchar con ella hasta doblegarla, y satisfecho el ego, quitarle el anzuelo y dejarla marchar.

bynY. Ro

Si te gusta comparte...Share on Facebook0Tweet about this on TwitterEmail to someone

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *