HERIDAS DE LA INFANCIA

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La infancia es la etapa de nuestra vida, en la que aprendemos con más velocidad, no solo a caminar, expresarnos, sino también las emociones básicas, a partir de las cuales forjaremos nuestra personalidad, canalizaremos nuestra manera de relacionarnos, nuestras habilidades sociales que precisamente nos permitirán vivir en sociedad, y nos enfrentaremos a los desafíos que se nos presenten en la vida adulta.

Algunos traumas o heridas emocionales que sufrimos en la niñez pueden ser arrastrados a lo largo de nuestra vida y pasar a formar parte  de nuestras emociones cuando seamos adultos. Por eso, como adultos, tenemos la obligación de controlar y revisar constantemente nuestras acciones ante los niños y en la vida familiar. Los adultos somos el espejo donde se reflejan los pequeños, ellos aprenden de nuestras conductas y las imitarán en el futuro. La violencia en el seno de la familia, por ejemplo,  solo enseñará a los niños a resolver sus conflictos con violencia, a no manejar adecuadamente sus estallidos de ira. En la edad adulta nos encontraremos con tiranos y maltratadores.

Cuidado también con las promesas no cumplidas que ellos digieren como traición. El día de mañana ese niño será un adulto desconfiado, que no creerá en las personas y tendrá una personalidad insegura, miedosa y celópata. Si le dices a un niño que vas a hacer algo, hazlo, si no estás seguro de cumplir con tu palabra, mejor no prometas nada.

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La injusticia, es otra de las acciones que pueden ser causa de traumas que acompañarán a la persona durante su vida. Desde muy temprana edad, los niños tienen la capacidad de evaluar si una situación en la que están involucrados es justa o injusta,  si recibe un trato igualitario o no… Las reiteradas injusticias le generarán problemas para confiar en los demás y establecer relaciones, pues inconscientemente piensa que todos le tratarán mal.

Relacionada con la injusticia está también la  humillación. Cada día son más los niños que crecen en ambientes humillantes.  Muchos, por desgracia, son los casos de Bullyng que conocemos. Los niños que padecen las burlas, los insultos y humillaciones por parte de compañeros, amigos o incluso en el seno familiar, crecen con una gran tendencia a  la depresión y una autoestima baja.

Otro de los factores que forjarán algún tipo de trauma en la edad adulta es el miedo al abandono. Las personas que han vivido experiencias de abandono en su infancia suelen ser inseguras y desarrollan una dependencia emocional, basada en un profundo miedo a que les vuelvan a abandonar, por ello presentan una actitud posesiva y celopática en sus relaciones.

Por último, pero no menos importante, es el temor que tienen los niños a lo nuevo, a lo desconocido. Está bien  animarlos a perder el miedo a la oscuridad, al agua cuando les enseñamos a nadar, a andar en bicicleta sin rodines, etc., pero hay que tener paciencia y no forzarlos. Eso solo conseguirá que en el futuro sean individuos inseguros, con temor al cambio, y resistentes a la diferencia.

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Carmen Blue

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