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¡Bienvenidos al 2018! Seguro que much@s estáis empeñados en llevar a cabo esos clásicos propósitos que os sacuden la cabeza cada mes de enero… Pues no hagáis el esfuerzo, no los cumpliréis. Siempre os proponéis lo mismo. En el top de los clásicos está adelgazar, aunque dejar de fumar le pisa los talones. Por experiencia os digo que es más fácil cumplir pequeños objetivos antes de plantearse el máximo (que siguiendo esta forma de proceder será más alcanzable).
Podemos comenzar por cambiar esos pequeños aspectos de nuestra forma de comportarnos que en la rutina diaria pasan desapercibidos pero que si consiguiéramos modificarlos nos convertirían en mejor persona. Por ejemplo: sonreír. Las sonrisas no cuestan dinero (por mucho que los odontólogos se empeñen en venderlas).
También utilizar las palabras mágicas: “POR FAVOR” y “GRACIAS”. Sé amable y seguro la mayoría de los que te rodean te tratarán con amabilidad y respeto; y agradece siempre, es gratificante para el que recibe las gracias, pero mucho más para el que las pronuncia. Saluda a todo el mundo. Un “buenos días”, “hola”, “buenas noches” o “hasta luego” te enciende la chispa del día y se la trasmites a los demás. La educación no debe estar reñida con la rutina.
Ayuda a los que lo necesitan, aunque no pidan auxilio, a llevar una bolsa de la compra, a cruzar la calle, a que tengan algo para llevarse a la boca, un juguete para sus hijos…La solidaridad no es cosa de la Navidad, son 365 días del año.
Denuncia, tanto si la injusticia es contra ti, como si es hacia otro. Estamos acostumbrados a no reclamar legalmente y quejarnos después en petit comité. Así nunca se solucionará nada.
Observa a tu alrededor, fíjate en todos los detalles, en la gente que te rodea, en la naturaleza. Pasamos por alto tantas pequeñas cosas que forman parte del día a día que nos perdemos puestas de sol espectaculares, árboles que se desnudan en otoño, jardines en primavera…Aunque lleves viviendo mucho tiempo en un lugar te quedan muchos rincones que recorrer e incluso si vuelves sobre tus pasos, descubrirás algo diferente.
Deja tiempo para disfrutar en familia o con los amigos. Una buena charla, jugar un rato con tus hijos, comer o cenar juntos… Trabajas para vivir, no vives para trabajar. Dedica tiempo también a alguna actividad que te relaje, a un hobby o un proyecto personal que tengas pendiente.
Intenta escuchar más, fijándote en las palabras que utiliza quien habla, pero también en su lenguaje corporal. Lo entenderás mejor, leerás más allá de lo superficial, lo comprenderás y empatizarás con él. Respeta las opiniones de los demás e intenta decir siempre la verdad, pero sin herir. Se pueden decir las cosas de muchas maneras, la sinceridad es una virtud siempre que se utilice de forma respetuosa.
Perdona. Perdonar no es un síntoma de debilidad, es otra virtud. La venganza, el rencor, son todo lo contrario. Serás más feliz sin resentimientos. Puedes perdonar y continuar adelante con esa relación, ya sea de pareja, amistad o familiar. O si la reconciliación es imposible, simplemente aléjala de tu vida, pero con ella también tu sed de venganza y rencor que no te aportarán ningún beneficio. Además, hablando de alejar, deberías eliminar de tu vida aquellas personas que no te aportan nada, que solo te inyectan negatividad, que siempre se hacen las víctimas: las personas tóxicas (de las que ya escribimos en otra entrada de Qué Chic).
Seguro que muchos de estos detalles se pueden convertir en tus nuevos propósitos para el 2018. ¿Hay algo más que deberías proponerte querid@?
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