La joven artista nacida en Seattle (Washington), Aleah Chapin, reproduce cuerpos de mujeres que pasan de los 60, son retratos de musas a las que parece que ya nadie quiere mirar, pinturas realistas de mujeres desnudas.
A sus 28 años se ha pasado los dos últimos estudiando las arrugas, las manchas de la dermis, la piel flácida, los pliegues y, en definitiva, los cuerpos que se escapan de ciertos cánones para dar lugar a la belleza madura de lo femenino. Son cuerpos que se ven flexibles, descansados, esculpidos por el paso de los años.
Una mirada personal sobre las marcas de embarazos, abdómenes prominentes, el cansancio y la experiencia que el mandato del Photoshop no nos muestra. Las mujeres maduras se vuelven invisibles para la industria cultural y los medios de comunicación y la cirugía es el sueño al que sólo unas pocas pueden encomendarse en una desesperante cuenta atrás.
Y es que querid@s la vida siempre deja marcas.
A medida que envejeces, tu imagen se diluye, deja de representarse y ya no eres un referente ni para la moda, ni para el cine, ni para el arte en general. Los cánones dicen que los cuerpos tienen que tener cierta altura, cierto tamaño y un peso determinado. Eso es lo que nos venden.
Menos mal que hay artistas como Chapin que nos acercan la realidad sin escrúpulos, pintando cuadros hiperrealistas donde contemplar a mujeres mayores jugando, tocándose, amándose, comportándose de una forma liberadora que no se espera para su edad. Ella misma confiesa que “el cuerpo femenino es algo increíble para pintar”.
En cada lienzo capta la esencia de la persona: figuras femeninas, las mujeres de su entorno y las vivencias que ellas llevan intrínsecas en su piel. Todas las modelos son personas conocidas de la artista y las llama sus “Tías”. Retrata la fugaz belleza de cada una de esas mujeres vestidas únicamente con la confianza de sentirse a gusto consigo mismas, plasmando de este modo las sensaciones de la gente que tiene una historia, que juegan y se expresan, que son libres y que tienen un pasado impreso en cada poro de su piel.
Muestra aquello que pertenece al espacio privado, eso que una ve solamente delante del espejo, en su intimidad, conectando con su propio ser. De cada una de las obras de Aleah Chapin se puede aprender una valiosa lección de vida a través de un rostro, a través de un cuerpo al natural.
Por otra parte, la calidad de su obra es excepcional, no sólo por su mensaje sino estética y técnicamente. Consigue un resultado magnífico como si se tratara de una fotografía. Por ello no es de extrañar que en 2012 su serie de desnudos femeninos, la consagró como ganadora del “Bp Portrait Award”, el prestigioso premio que otorga la Galería Nacional de Londres, siendo la primera mujer norteamericana en recibirlo.
Le han llovido por igual críticas y elogios. El crítico Brian Sewell calificó de “repelente y grotesca” su obra, mientras que hay espectadoras que agradecen el trabajo de Chapin porque las hace sentir menos solas e imperfectas, también hay otras que se sienten deprimidas al contemplarla. Incluso Facebook consideró su trabajo muy explícito porque violaba el standard de la comunidad y cerró su página, aunque por poco tiempo.
Pero su obra no está quieta, ha recorrido grandes museos de Estados Unidos, Alemania y Holanda y tiene previstas otras exposiciones en Nueva York, Londres o Los Ángeles. . “Solterona, madre, niña y vieja” es el nombre de la muestra que se exhibió en la Flower Gallery de Londres y que se presentará en la Gusford Gallery de Los Angeles durante el 2015.