OBJETOFILIA

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Por increíble que nos parezca a algun@s, los seres humanos rezumamos amor, tanto que no nos basta con querer a otras personas, también lo compartimos con nuestra mascota y con algún… ¿objeto? Pues sí, algunos humanos mantienen relaciones sentimentales e incluso sexuales con cosas. Si lo pensamos fríamente un objeto  es raro que pueda  hacernos llorar o defraudarnos como nos ocurre con las personas.

Es cierto que las cosas no piensan por sí mismas, pero pueden hacernos reflexionar, simbolizar una época de nuestras vidas, sugerir sentimientos o estados de ánimo o representar a un país o una ciudad.

Hay personas que desde la más tierna infancia tienen gusto por tener cosas: muñecos, fotografías, revistas… De niños ya tenemos esa costumbre de darle vida a nuestros juguetes en plan Toy Story, y lo cierto es que de mayores todavía nos siguen gustando los “juguetes” a los que les damos vida o nos dan “vidilla”.

Pero más allá de los coleccionistas de objetos, hay personas que se enamoran de ellos y las convierten en sus objetos de deseo. Una parafilia que se conoce como objetofilia.

 

Amanda Whittaker, una dependienta de 31 años  de Leeds, Reino Unido, que se confiesa enamorada de la Estatua de la Libertad, a la que ella llama, cariñosamente, Libby, es un ejemplo de ello. Anteriormente ya había vivido un episodio de objetofilia con una batería que solía tocar, pero ahora disfruta de su relación con Libby llenando su casa de objetos en los que aparece impresa la imagen del impresionante monumento (cojines, sábanas, toallas, peluches, porsters, ropa, sofás…todo huele a libertad en casa de Amanda).Incluso ha visitado Manhattan cuatro veces para acariciarla y, asomada a una ventana, poder besar su pelo, como ella misma confesaba.

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Erika Eiffel, ex militar estadounidense que se enamoró de la Torre Eiffel, se casó con ella, ha adoptado su apellido y ha protagonizado un documental sobre objetofilia titulado «Married to the Eiffel Tower», anteriormente había estado enamorada de un arco con flechas con el que competía y ganaba trofeos (llegó a convertirse en campeona del mundo de tiro con arco).  En el año 2008, Erika fundó “OS Internacional”, institución con la que da a conocer, a través del sitio web http://www.objectum-sexuality.org, los pormenores de esta tendencia.

La señora Eiffel no fue la primera en contraer matrimonio con un monumento.  A finales de los años 70, Eija-Riitta Berliner-Mauer se casó con el Muro de Berlín y cuando cayó en 1989  dijo que sentía como si hubieran mutilado a su esposo.  Otros ejemplos de objetofilia son los protagonizados por Robert Stewart, que en 2007 fue denunciado por mantener relaciones sexuales con una bicicleta en un hostal, acabando en comisaría; oKarl Watkins que fue procesado, en 1993, por conducta indecorosa con el pavimento de la localidad inglesa de Redditch.

Como veis no solo son objeto de deseo los monumentos, también los coches, bicicletas, puentes, pavimento, depósitos de agua… Lo que decía al comienzo: el ser humano rezuma amor.

Sin embargo, en la objetofilia, a diferencia de fetichismo, el objeto es percibido como una pareja y no únicamente como un medio para experimentar placer. No se trata solo de vicio, es puritito amor del verdadero, el objeto se convierte en la pareja deseada y en él se concentrarán todas las fantasías y emociones sexuales.

La denominada objetofilia (objectum sexual) se ha convertido en  una nueva forma de sexualidad a través de la cual una persona se enamora de un objeto en la creencia de que éstos tienen alma, inteligencia, sentimientos, y son capaces de comunicarse.

Y tú, querid@, ¿tienes algún objeto del deseo?

carmen-blue11-e1401998995764Carmen Blue

 

 

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