FETICHISMO

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Un fetiche es un objeto inanimado o una parte del cuerpo no genital que genera una excitación sexual intensa y recurrente en una persona.

La lista de fetiches sexuales es interminable: lencería fina, uniformes, disfraces, látex, los pies, las orejas, los  zapatos de tacón (este último de los más recurrentes), tríos, etc.

Muchas personas no se atreven a confesar cuáles son sus fetiches, pero lo cierto es que todos, sin excepción, tenemos alguno.  Probablemente la razón para no desvelar el nuestro sea que en los últimos años ese concepto está asociado al  de parafilia y, en consecuencia, habrá quien piense que es una enfermedad. Cierto es que el fetichismo conlleva un componente de perversión, algo que se sale de la norma y que en algunas esferas de la sociedad  no está aceptado. De ahí que la gente tienda a esconderlo. Pero no debe confundirse con otras parafilias en las que la dominación sí es un factor clave, como los casos del masoquismo o del sadismo. El fetichismo se centra en objetos inanimados o en partes del cuerpo no genitales.

Se da en muchos grados, desde los más leves que no generan deterioro o alteración a nivel personal, social o en áreas importantes del sujeto, hasta cuadros que sí requieren de tratamiento profesional. Sin embargo, los fetiches pueden aderezar la vida sexual de una pareja siempre y cuando nuestra relación no termine basándose en ellos, no se conviertan en una exclusividad o en la única forma de conseguir excitación sexual. Los fetiches más leves podrían considerarse como una fantasía más, individual o de pareja. Si existe buena comunicación y diálogo en el área sexual, se puede introducir gradualmente, planteándolo como un juego y nunca con imposiciones.  Si nuestra pareja no comparte el fetiche, puede quedar en el terreno de la fantasía sexual de cada uno y al mismo tiempo ser compatible con la vida en pareja. Como para todo lo relacionado con el sexo, lo fundamental es la comunicación. Un fetiche puede introducirse en la dinámica de una relación de pareja siempre y cuando el canal de comunicación sexual esté abierto. Se puede hacer de modo gradual, en forma de juego, pero sin dejar que se convierta en una práctica exclusiva.

Piernas de mujer

El fetichismo permite sacar un lado diferente al que mostramos en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, una de las prácticas sexuales que muchas parejas llevan a cabo tiene que ver con la sumisión o la dominación. Esto puede llevar a que personas con un carácter fuerte tomen el papel de abnegadas en la cama, dejen que su pareja sea quien tome las riendas de la situación en el ámbito sexual y viceversa. En este fetiche se puede hacer uso de diversos juguetes sexuales (antifaz, muñequeras, esposas,  látigos…).

El voyeurismo es otro fetiche, que sí puede llegar a ser una parafilia,  en el que  la persona disfruta y tiene placer con el simple hecho de ver a personas desnudas y aún más viéndolas tener relaciones sexuales.

Los disfraces eróticos con los que podemos fantasear y sentir que lo hacemos con otro hombres o mujeres (todos tenemos en mente al doctor/a, la azafata, el bombero, policía…). Y ya si lo aderezamos con un baile erótico acompañado de un sensual streep-tease, encontraremos otro nivel de excitación, un extra de morbo y fantasía  para alcanzar nuevos y mejores orgasmos.

El sexo anal es un importante fetiche, pero de esos que no se cuentan. Además de ser una fantasía muy fuerte para los hombres también puede serlo para muchas mujeres. A muchos hombres también les gusta que les estimulen el ano, dado que de esta forma se tiene un mejor alcance de su punto G, no todos lo aceptan o lo practican debido a preocupaciones ligadas al machismo y la sumisión.

Las fantasías sexuales de muchos hombres van fuertemente inclinadas a la idea de poder estar con más de una mujer, formar un trío, o poder mantener relaciones sexuales mientras se mira a otras personas practicando sexo, como en el caso de las orgías. Muchas mujeres también sueñan con un trío, que puede incluir ya sea un hombre o incluso otra mujer en la cama. ¿Y por qué no? Somos afortunad@s de tener una segunda piel para recorrer, si podemos recorrer una tercera o una cuarta nuestra fortuna será mayor.

Sea como fuere, el hecho de tener un fetiche no es nada negativo, al contrario, puede enriquecer nuestras relaciones y hacer que se conviertan en experiencias únicas, siempre y cuando no sean una exclusividad.

Y tú querid@, ¿tienes algún fetiche?

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Carmen Blue

 

 

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