Mentiras piadosas

Si te gusta comparte...Share on Facebook0Tweet about this on TwitterEmail to someone

Mentiras quéchicA todas nos ha pasado alguna vez eso de tener que echar mano de las “mentiras piadosas”. Pero ojo, que una cosa es mentir, otra es mentir piadosamente y otra bien distinta es contar las verdades a medias.

Mentir está muy feo, mentir piadosamente es un acto de bondad hacia el prójimo y contar las verdades a medias es ayudar al otro a que su vida sea más emocionante y llena de intriga. Ahora cada una que lo interprete a su manera y lo utilice según le convenga.

Hay mentiras que ya se sabe que lo son por lo mucho que se repiten. Acordaos de cuando ibais al médico y os tenía que poner una inyección: “Tranquila, no te va a doler.” (Esta además es una de esas mentiras que tendrá otra “primera vez”, pero con otro tipo de inyección, ya me entendéis).

Nos educaron en la mentira (los Reyes Magos, el ratoncito Pérez, la cigüeña, etc.) y aunque nuestros padres nos repetían eso de que no se debe mentir, somos la generación de la “mentira piadosa”. Por eso después, cuando llegamos a la adolescencia, nos inventamos cosas como: “El profe me tiene manía”; “No sé cómo he suspendido el examen si esta vez estudié, mamá”; “Se cayó solo y se rompió”; “Es que el autobús tuvo un accidente y por eso llego tarde”; “Estoy con Paula y María”; “¡Hola papá! ¡Que me quedo a dormir en casa de una amiga!”…

Somos tan sumamente mentirosas (piadosas) que a esa misma amiga cuando se ponía su recién comprado vestido le decías: “¡Te queda muy bien!”. O si te llamaba por teléfono: “¡Qué casualidad! Justo te iba a llamar ahora mismo, me has cogido con el teléfono en la mano.” O si querías que te contara algo, para enterarte por simple cotilleo: “Tranquila, soy una tumba, no se lo voy a contar a nadie. Ya sabes que puedes confiar en mí.” Y tú, para que ella no se enterara de tus cosas (porque se cree el ladrón que todo el mundo es de su condición), le cuentas lo tuyo a medias: “X y yo solo somos amigos”; “A mí X no me atrae nada”…

Pero también utilizamos la mentira contra nosotras mismas, como cuando nos despertamos una mañana de resaca dominguera y nos mentimos piadosamente: “Nunca más vuelvo a beber”, o la clásica: “No vuelvo a enrollarme con X”.

Hay otras mentiras cíclicas, como las típicas de comienzo de año con sus nuevos propósitos: “El día 1 dejo de fumar”; “Mañana me anoto al gimnasio”; “El lunes empiezo la dieta”…

Sin embargo, las mentiras más necesarias y piadosas son las que utilizamos con nuestra pareja: “Cinco minutos y ya estoy lista.”; “No escuché cuando sonó el móvil. Debe ser que lo tenía en al fondo del bolso”; “¡Eres el hombre de mi vida!”; “Tu madre es una bellísima persona”…

pinocho quechicClaro que ellos también nos mienten a nosotras, pero no lo hacen por piedad, sino por miedo. Y lo hacen con aspectos tan absurdos como el deporte: “Yo hago 100 abdominales al día”. Sí, pero cuando se quitan la camiseta la tableta de chocolate no aparece por ningún lado. Ah! Claro, que es verano y con el calor el chocolate está fundido. Ya lo hacían, como nosotras, en su adolescencia cuando volvían de jugar el partido de fútbol: “Perdimos por culpa del árbitro”, argumento que siguen utilizando de mayores pero ya como forofos, porque con semejante tableta de chocolate no pueden correr detrás del balón. También les mienten a sus amigos: “¿Yo? ¿Con esa? ¡Ni borracho!”. Y después llega el domingo de resaca.

Algunos ya tienen el mote de “parchís”, porque comen una y cuentan veinte.

Y otra muy típica con la que pretenden guardar las apariencias: “¿Yo? ¿Ir a esos lugares?¡¡Nunca!! A mí no me hace falta, que me las tengo que quitar de encima cuando salgo por la noche.”

Cuando nos mienten como pareja hay una que no falla: “Llámame en cinco minutos que estoy en una reunión.” Aunque a nosotras eso no nos molesta, lo que nos enciende es el engaño y esas mentiras clásicas de cobardes: “Dame tiempo, tengo que aclarar mis ideas”; “Te querré siempre”;“Aunque lo hemos dejado seguiremos siendo amigos”…

Lo dicho, que mienten sin piedad y por miedo. Pero como nosotras pensamos con el corazón y tenemos fama de pasionales, nos autoengañamos y, en ocasiones, algunas incluso lo pedimos a gritos: ¡¡MIÉNTEME PINOCHO, MIÉNTEME!!

Zemanta Related Posts ThumbnailCarmen Blue

Si te gusta comparte...Share on Facebook0Tweet about this on TwitterEmail to someone

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *