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Un estudio realizado en Estados Unidos, concretamente en la ciudad de Chicago, por la doctora Linda Waite, asegura que las personas casadas gozan de un mejor estado de salud que las viudas o divorciadas. Las conclusiones de la investigación aparecían publicadas en el Journal of Health and Social Behavior.
Para llegar a este resultado se analizaron los antecedentes médicos y el estado civil actual de más de 8.500 voluntarios de entre 50 y 60 años. Las personas separadas o viudas tienen un 20% más de posibilidades de sufrir problemas cardiovasculares, diabetes o cáncer, mientras que, como señala el equipo de investigación estadounidense, los solteros presentan un 13% más de probabilidades de padecer depresión.
En anteriores estudios quedaba demostrada la reciprocidad entre el estado civil o el dolor que provoca una separación o divorcio, con las afecciones psíquicas y físicas, así como también la conexión entre el estado del corazón y la longevidad. Así, parece ser que las personas que se han divorciado al menos una vez, gozan de peor salud a lo largo de su vida. Es normal que toda separación genere desconcierto. Además, una experiencia así implica un proceso de estrés y desgaste que le acabará pasando factura al organismo, incluso en los divorcios de “mutuo acuerdo”. Y si no son divorcios acordados por ambas partes, las discusiones habrán empezado dentro del matrimonio y probablemente no terminen después de zanjarlo. Por ello en este estudio se ha tenido en cuenta también cómo es o cómo ha sido ese matrimonio, cuánto duró, y si se han vuelto a casar, el tiempo que transcurre entre un matrimonio y otro…
Hay personas que piensan, después del divorcio, que si se casan de nuevo podrán recuperar su estado de salud anterior, salir de la depresión, recuperar su vida. Es un error. “Un clavo no quita a otro clavo” y tampoco “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Hay que mirar hacia delante pero antes de emprender una nueva aventura las heridas deben estar curadas, de lo contrario el golpe será peor si nuestro nuevo matrimonio no es lo que pensábamos. Volver a casarse siempre representa una alegría y un nuevo desafío que genera que, los que se animan a intentarlo otra vez, estén alejados de la posibilidad de sufrir depresión, siempre y cuando su vida pasada esté superada.
En el caso de las personas que enviudan, sucede todo lo contrario, en un alto porcentaje, el hecho de rehacer su vida no cuenta como una opción. Muchas veces el que ha quedado vivo o muere al poco tiempo, o se deteriora severamente o bien pierde el interés por vivir.
En otra investigación realizada por profesionales de la Universidad de Lansing, en Alemania, se descubrió que más allá de la inestabilidad que se viva al momento de una ruptura matrimonial, lo más difícil para algunas personas es afrontar y superar el hecho de que su pareja terminó la relación. ¡Gran descubrimiento! ¿A quién le gusta que le dejen?Los investigadores consideraron que la dificultad en la mayoría de los casos está vinculada a que una separación altera la idea de felicidad a largo plazo, produciendo una sensación de abatimiento o fracaso.Ante una experiencia de este tipo nos sentiremos más abatidos y menos felices.
Parece ser entonces, según estos estudios, que los efectos del divorcio o la viudez van más allá de lo psíquico o psicológico, fisiológicamente también repercuten en la salud de las personas, por ello los científicos destacan que el matrimonio sería una importante herramienta preventiva ante enfermedades cardiovasculares, diabetes, etc.
¿Habrá que casarse para “toda la vida” y “hasta que la muerte nos separe”? Al menos será más pequeña la posibilidad de padecer diabetes o de morir de un infarto.
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