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¿Está gorda Cristina Pedroche? Esta es la pregunta nacional, la que nos tiene a todos ocupados y preocupados. ¿Porqué está un poco más gordita Pedroche? La ascendente popularidad de la presentadora surgió a raíz de su vaporosa presencia con exhibición de su físico incluido en la noche del 31 de diciembre, en la despedida del año. El vestido que lució, de unas sugerentes transparencias, no dejó indiferente a nadie. Desde los que mostraron su más encendida admiración por las curvas de la joven hasta aquellos o aquellas que seguramente carcomidos por la envidia emplearon las redes sociales para cuestionar su figura. Y uno de los supuestos ‘insultos’ con la que se intenta menospreciar a esta hermosa chica es llamándola gorda, como si la gordura fuera un defecto, una malformación o una maldad que es inherente a algunas personas desgraciadas.
Aunque afortunadamente son muchas más las personas que han mostrado su solidaridad, la presentadora ha salido a la palestra demostrando que su belleza puede ir pareja a la generosidad y la inteligencia. “No me importa nada en absoluto que algunos digan que estoy gorda… Estoy muy feliz con mi cuerpo, con mi constitución y con mi genética”, ha publicado en su blog personal. La presentadora, que se siente “muy orgullosa” de ser como es, ha manifestado que “no podemos gustar a todos», pero a quién siempre debemos gustar es a nosotros mismo. Cristina ha añadido que “de la gente que salimos en la tele siempre se dicen muchas cosas, algunas buenas y otras malas, pero que ella solo se queda con lo que dice su “gente».
¿Cuál es el perfil de los que insultan? Variopintos. Tenemos los machotes que seguramente ante la imposibilidad de acceder a la joven como quisieran la insultan por las redes de una forma vil y cobarde, tenemos los imbéciles, que son una fauna de incontrolados que recurren a la degradación del otro por el simple hecho de hacer daño y están las feministas extremas, casi todas ellas repelentes y carcas, que recurren al manido tema de la degradación de lo femenino cuando se muestra públicamente lo más hermoso de la mujer, como si unas cualidades debieran encerrar forzosamente otras. No podemos olvidar a los vigilantes de la decencia pública desde el prisma religioso que se ofenden por un cuerpo desnudo o semidesnudo y no por las atrocidades que nos regala cada día el mundo en que vivimos
Porque claro, ¿qué mujer con un cuerpo espectacular no admitirá una exposición artística del mismo para ganarse la vida muy bien?¿Qué es más retrógrado detraerse y ocultarse o mostrarse, haciendo una exposición de su libre albedrío, que es respetable para todos y para todas las circunstancias?
Hay tanto que decir ante este bochornoso espectáculo nacional. En todo caso lo mejor es cada cual haga de su cuerpo lo que le venga en gana y que aquellos que les disgusta que se chupen un dedo o metan los pies en agua, porque esa lectura de la moral imperante, de las lapidaciones morales y de las vejaciones gratuitas que tanto nos caracterizan son sólo una muestra de que aquello de la reserva espiritual de Occcidente sigue muy imperante y eso es muy triste.
Así que Cristina, hija, luce palmito mientras puedas, pásate por el forro de la indiferencia los ladridos del entorno y saca tajada de aquello que la suerte de dio y que a otros y otras, por desgracia para ellos, les negó.
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