CANON DE BELLEZA

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Desde la antigüedad la ratio cintura/cadera ha protagonizado el canon de belleza femenino y ha ido cambiando con el paso del tiempo. Así, desde las antiguas estatuillas de la fertilidad hasta la actualidad, la mujer ha sido objeto de transformaciones físicas en función de la cultura dominante y de la “utilidad de su cuerpo” (fertilidad, trabajo, belleza…). Dicho así suena muy feo, pero es una realidad que sigue presente en nuestros días. La preocupación por el aspecto físico no solo viene impuesta por la necesidad de verse bien, sino también por la gran influencia de los medios de comunicación y la publicidad.

De la voluptuosidad de comienzos del siglo XX a la figura pin up de 1950 o la estética andrógina de los 60, pasando por el cuerpo tonificado de los 80 a la extrema delgadez de los 90 y la nueva tendencia curvy de este siglo, podemos analizar la evolución del canon de belleza.

Si echamos la vista atrás, muy atrás, y nos vamos a la Prehistoria, las mujeres más bellas eran gruesas y con anchas caderas, sinónimo de fertilidad. Kate Moss no tendría nada que hacer en esa época.

En el Antiguo Egipto, el cuerpo de la mujer se presentaba más estilizado, con pechos pequeños y firmes, los ojos grandes, peinadas con esmero y hacían uso de cosméticos, ya que iban muy maquilladas. Lewis, el maquillador de Max Factor se hubiera hecho de oro.

Ya en la Grecia Clásica, destacaba la mujer de figura atlética, muy definida y de piel muy tersa. El ideal de belleza respondía a la proporción y equilibrio entre la cabeza y las demás partes del cuerpo. Nada de pechos voluptuosos. No había cabida para la silicona.

En Roma, los cánones de belleza cambiaron a lo largo del imperio según los pueblos que fueron dominando. Una práctica frecuente era teñirse de rubio y palidecer la piel. “Tu piel morena sobre la arena…”, no era el hit de la época.

En la Edad Media se dejó a un lado, hasta el Renacimiento, el seguimiento de la belleza ideal, sobre todo debido a las guerras y las epidemias. Por ello, las mujeres, generalmente, presentaban un aspecto frágil y eran muy delgadas.

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Llegado el Renacimiento, la belleza se refinó al máximo. Lo que imperaba eran las mujeres rellenitas, las curvy de la actualidad, de pelo rubio, tez muy blanca pero con mejillas sonrosadas y un fuerte color de labios. París, en el S.XVIII, se convirtió en la capital europea de la moda y la estética. Sin embargo, llegado el S.XIX, tras la Revolución Francesa, se impuso la sencillez entre la nobleza. Aumentó la clase trabajadora y el ideal de belleza femenino pasó a ser la mujer válida, con cuerpo lánguido.

En el S.XX los cánones de belleza fueron marcados sobre todo por el cine y la irrupción de la moda. Los cánones cambiaban década tras década pasando por diversas etapas:

En la primera década de siglo se llevaba la mujer alta, con busto generoso y anchas caderas, pero cintura estrecha.

La Primera Guerra Mundial trajo consigo un estilo andrógino. Se popularizó el corte de pelo a lo “garçon” y la ausencia de formas, los ojos oscuros y la mirada intensa. En esos convulsivos años 20, Greta Garbo era el referente.

Llegados los años 30, la popularidad de la actriz Mae West, que alardeaba de su pecho, cintura y caderas con vestidos ceñidos, cambió de nuevo el canon de belleza. En los 40 irrumpe la Segunda Guerra Mundial y el canon se aleja de todo lo anterior: ya no valen ni la androginia ni la voluptuosidad de West. El cuerpo delgado, pero saludable se convirtió en el modelo a seguir por las féminas. Rita Hayworth era un ejemplo de esa imagen y todo un icono sexual.

Después de tanta guerra, la población necesita una inyección de optimismo. Se impone la estética “pin up”  con sus características piernas largas, cintura de avispa y busto generoso. ¿Y quién destaca en los 50? Marilyn Monroe o Sofía Loren. Elijan.

La revolución sexual en los años 60 trajo consigo otro cambio en el ideal de belleza: cuerpos andróginos, extremadamente delgados y con piernas largas, similares a los que triunfaron en la década de los 20. Mary Quant puso de moda la minifalda para lucirlas.

En los años 70, mujeres sin caderas como Twiggy, fueron el prototipo de belleza triunfante.

Ya en los 80, se impone la figura tonificada. Ser delgada y fuerte, como Jane Fonda, era el ideal. Es una época en la que cada vez se muestra más el cuerpo, por ello preocupa también su cuidado. Una época prolífica para los gimnasios. Claudia Schiffer, Naomi Campbell y Elle McPherson formaban el trío que triunfaba en las pasarelas y portadas.

Posteriormente, hubo un cambio drástico hacia modelos de extrema delgadez con campañas que suscitaron una gran controversia. ¡Bienvenidos a los 90! La década de la bulimia y la anorexia. ¿Quién triunfaba? Kate Moss, aunque los 90 nos parezcan la Prehistoria.

Y llegamos a nuestro siglo. El siglo de los metrosexuales, de los hombres que se cuidan tanto o más que las mujeres, de David Beckam, George Clooney o Brad Pitt. ¡Uy! Que me desvío del tema, que eso es otra historia. Es el siglo del reinado de los ángeles de Victoria’s Secret. En el que triunfan las mujeres altas, delgadas y con pecho y cuerpo tonificado, como Adriana Lima.

Sin embargo, la tendencia actual pasa por reivindicar la presencia de mujeres reales, con pecho y caderas, pero también con tripita. Es el triunfo de las curvas.

Ya lo decía Mae West: «Cultiva tus curvas. Pueden ser peligrosas pero no van a evitarlas».

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