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Todos hemos visto imágenes de mascotas que se parecen a sus dueños de una forma espectacular, la misma cara, el mismo peinado y hasta los mismos andares. Y es que en muchas ocasiones, la estrecha relación existente que se establece entre ambos desemboca en un mimetismo sorprendente.
Pero, ¿quién se parece a quién, el dueño a la mascota o la mascota al dueño?
Diremos que la mascota se parece al dueño, pero ¿para qué iba un animal querer parecerse a nosotros? Es el dueño generalmente el que provoca esto, ¿por qué?
Cuando uno elige a su animal de compañía lo hace en función de la semejanza física o basándose en los rasgos de comportamiento comunes.
Por ejemplo, una persona no demasiado activa tenderá a elegir a raza de perro no muy enérgica, ésto, unido a la falta de actividad de los dos dará como resultado en la mayoría de los casos, que ambos sufran de sobrepeso.
A veces se trata de narcisismo puro y duro, buscamos acentuar rasgos que nos gustan de nosotros mismos y los reflejamos en nuestras mascotas. Ahí tenemos casos bastante extremos, donde se viste, se peina, se le ponen joyas y hasta se tiñe al animal, a veces de forma incosciente y perjudicial para él. 
Ahora bien, hay veces en que las mascotas tienen un comportamiento un tanto humanizado, perros que roncan, gatos que hablan, aunque generalmente esto entra dentro del comportamiento natural animal; que el maullido de un gato parezca una persona hablando no significa que esté imitando, otras veces es sorprendente lo que pueden llegar a hacer.
Aquí tenéis algunos vídeos:
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