NICOLASA, LUCHADORA IMPARABLE

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Hay historias que nos dejan sin respiración. Esta es una de ellas. La historia de la emblemática líder pehuenche Nicolasa Quintreman Calpan, encontrada sin vida, un  24 de diciembre de 2013 flotando en las aguas del lago artificial de la presa Ralco. Su verdadero nombre era Awiñman, “vuelo del cóndor” en castellano. Nicolasa fue el símbolo de la lucha del pueblo pehuenche contra las grandes obras que les obligaban a desplazarse de sus tierras.

Ralco, en lengua pehuenche significa “plato de agua”, nombre con el que Endesa bautizó la gran presa hidroeléctrica que construyó en las proximidades de las comunidades de Queupuca Ralco y Ralco Lepoy, en el curso superior del río Bío Bío, a 120 Km al sureste de Los Ángeles, área que posee un clima lluvioso y frío, en la cual habitaban cuatro mil personas de la etnia mapuche pehuenche. En diciembre del 2000, Endesa inició el desvío de las aguas del río, cuya cuenca hidrográfica, de aproximadamente 24.000 kilómetros cuadrados, recorre unos 400 Km desde su nacimiento en la laguna Galletué hasta su desembocadura en el mar. Así, encauzó el río a través de un túnel de 500 metros de largo y 13,5 de diámetro.

La población pehuenche había cuestionado el proyecto considerando que su instalación afectaría el equilibrio ecológico de la zona y significaba el desplazamiento forzado de las comunidades para poder construirla. Las familias se negaron a abandonar los terrenos que pronto serían inundados. Entre ellas, se encontraba Nicolasa, líder indígena, quien junto a su hermana Berta, desde 1995, encabezaron el primer movimiento popular chileno a favor del medio ambiente y lideraron la resistencia de las comunidades frente a los planes de Endesa España. Para ellos eran un puñado de mujeres sin “educación”,  pero eran, en realidad, mujeres valientes, comprometidas y profundamente sabias en la lengua de la tierra. El Alto Bío Bío es, además, considerado territorio sagrado, un espacio donde la conexión vital de la tierra con sus habitantes significa el cuidado del río, los bosques, las lagunas y los animales.

Nicolasa 1

Una década le costó al gobierno y a Endesa que aceptaran negociar.  Nicolasa, logró paralizar la construcción del proyecto hidroeléctrico en dos ocasiones (entre agosto de 1997 y enero de 1998 y desde septiembre de 1998 a enero de 1999).

“Yo no tengo por qué salir. Muerta saldré de mis tierras, pero no viva”. Paradójicamente, fue el propio lago Ralco, construido artificialmente en dicha presa, el lugar donde perdió la vida a sus 74 años. Pero lo cierto es que Nicolasa ya había comenzado a morir hacía una década. Primero, cuando se autorizó en sus tierras el emplazamiento de la central; después, cuando inauguraron a escasa distancia de su ruca el gigantesco muro de la presa. Más tarde, cuando uno de los implicados fue a visitarla en su propia casa  para convencerla de marcharse de sus tierras. Berta, fue quien le invitó a salir de su propiedad  indicándole donde quedaba la puerta. Mientras Nicolasa decía: “Yo seré pobre, seré como seré, pero no me moveré de donde me dejaron mis mayores. Yo seguiré donde me crie, donde nací, ustedes se van, vayan a engañar a la gente a otra parte”.

De nada sirvió la intervención de la Federación Internacional de Derechos Humanos, en julio de 1997, que envió a Chile una Comisión para investigar las consecuencias de semejante proyecto. En su informe se concluía que la construcción tendría serias implicaciones humanas, étnico-culturales y ecológicas. No estaban desencaminados según los hechos que se sucedieron.

En el año 2001, debido a malos cálculos sobre el caudal del río, se derrumbó el muro de la presa y se obstruyó el túnel de desvío, ocasionando el desborde del embalse que envió una gran mole de agua, barro, troncos y maquinaria aguas abajo. El embalse Pangue, ubicado a pocos kilómetros, detuvo la avalancha, evitando que la población sufriera una tragedia.

En el año 2004, se inundó el cementerio ancestral de Quepuca Ralco, donde se encontraban los restos de 56 personas. Endesa conocía la situación de dicho cementerio y las consecuencias que suponía realizar las obras, aun así, la compañía decidió continuar.

En el 2006, tras fuertes lluvias, se produjeron violentas inundaciones en la presa que afectaron a pueblos y localidades ribereñas, dejando ocho personas fallecidas, lo cual supuso una demanda por parte de dichas familias contra Endesa.

Todos estos avatares se recogen en la película documental “Apaga y Vámonos”, de Manel Mayol (2004),  donde se evidencian  las dificultades a las que se enfrentaron las comunidades indígenas que protestaron por la construcción de la presa.

carmen-blue11-e1401998995764Carmen Blue

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