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Aunque todas tengamos nuestras dudas y algún que otro complejillo, muchas estamos seguras de nosotras mismas y pisamos firme por el asfalto de nuestras vidas. Así que, si eres un hombre y te has tropezado en el camino con una de nosotras, te han podido pasar dos cosas: o sigues aquí al lado, o has pasado a la historia.
Las mujeres que tenemos las cosas claras, somos así. Quizá no siempre se note que las mujeres sabemos lo que queremos, sin embargo, sí nos damos cuenta de muchas cosas: sabemos cuándo nos engañan, cuando huyen del compromiso, cuando somos solo un juego o un pasatiempo… Pero también reconocemos a quien nos ama verdaderamente, nos trata con cariño o nos dice toda la verdad.
A las mujeres seguras de sí mismas nos gustan los hombres que toman la iniciativa, que proponen planes y que nos sorprenden. Nos gusta tomar decisiones pero también que de vez en cuando decidas tú, sobre todo en temas cómo dónde o qué cenar. Nos pasamos el día decidiendo y lo que menos nos apetece es seguir haciéndolo al caer el día. Por eso, haz un plan, reserva mesa e invítame a cenar. Eso sí, llámame antes de confirmar porque igual con lo segura de mí misma que soy me adelanté a tu plan. ¡Así somos!
Nos gustan las sorpresas: un desayuno en la cama, una escapada de fin de semana, un regalo bien elegido (este punto es muy importante: regalos personalizados, no las típicas flores, perfumes o bombones). Nosotras también sorprendemos y somos detallistas. De hecho te puedes llevar una sorpresa cuando te deje de llamar porque no has cumplido una promesa, no has contestado a un mensaje o llamada a tiempo, o simplemente me has dejado de interesar porque te veo “cagado”. Sí, porque eres ese hombre que le teme al compromiso. Mis decisiones son firmes, soy una mujer segura, sé lo que quiero, ¿lo sabes tú?
Las mujeres seguras de sí mismas hemos recorrido un largo camino hasta conseguir este estado. Con una buena actitud ante la vida fuimos abriendo unas puertas y cerrando otras, nos fuimos construyendo paso a paso, con hábitos y conductas, con mucha reflexión y aceptación. Ahora somos dueñas de nuestro mundo. Conocemos nuestros defectos y trabajamos en ellos para corregirlos, pero sin obsesionarnos. Sabemos decir que no, y también decir que sí. No somos conformistas, miramos hacia delante e intentamos conseguir siempre algo más, evolucionar. Sabemos escuchar porque es la única forma de aprender cómo actuar en el camino y si es necesario pedimos ayuda porque no somos autosuficientes, nadie lo es. Sabemos lo que podemos ofrecer a otros y qué nos pueden aportar. Tenemos la suficiente fuerza interna para enfrentarnos al mundo. Entendemos que somos seres humanos con virtudes y defectos pero existe equilibrio entre nuestras emociones y nuestras acciones, lo cual nos ayuda a ser más fuertes. No podemos controlar nuestras emociones ni sentimientos pero sí cómo reaccionar ante ellos. ¡Así somos!
Somos sensibles pero seguras y la única meta que nos proponemos cada mañana al despertarnos es lograr ser la mejor versión de nosotras mismas.
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