LA VIDA EN COLOR

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El arte urbano se apodera de muchas de las grandes ciudades de nuestro país y de más allá de nuestras fronteras. En Vigo, por ejemplo, bajo un proyecto del ayuntamiento de mejora de medianeras los artistas han vuelto a salir a la calle para decorar de un modo muy original fachadas de edificios, muros, etc.  con motivos como la naturaleza, la infancia o incluso una representación de Julio Verne.

Al verlos me he acordado de las casas pintadas de Ndebele. Los Ndebeles son un grupo étnico africano que vive en Sudáfrica y Zimbabue, que se originaron a partir de las tribus más grandes de Nguni. Debido a  las circunstancias históricas que han vivido inventaron un modo de comunicarse a través de mensajes cifrados que dejaban en las paredes laterales de sus casas. Los colores de las casas Ndebele son intensos y muy llamativos, pasaron a ser típicos por tradición  y hoy en día no hay una sola casa que no tenga alguno de sus muros pintados. Pero más allá de la estética  estos colores se comenzaron a utilizar como símbolo expresivo para que los habitantes pudieran comunicarse entre sí en periodos de guerra y represión.

casa

Cada color tenía su significado, el rojo, por ejemplo era una forma de alertar del peligro durante el apartheid; el verde servía para expresar alegría y se solía emplear al final de una guerra o una hambruna.  En la actualidad las casas Ndebele se pintan con motivo de una boda, aunque  también pueden cambiar de color durante la pascua, navidad y en otras ocasiones especiales. Las pinturas se convirtieron en una expresión tanto de la resistencia cultural, como de la continuidad del pueblo. Los diseños con los que se pintaron las casas, tanto exteriores como interiores, se obtuvieron a partir de viejas formas, patrones y abalorios del grupo étnico.

Tradicionalmente fueron las mujeres de las aldeas Ndebele las que comenzaron a pintar sus casas de colores con sus dedos impregnados con pigmentos naturales y con unos peculiares símbolos que hoy podemos ver en todo el mundo plasmado en la ropa de estilo étnico. Mientras ellas pintaban las viviendas, ya que según la tradición su deber era cuidar la casa y preparar a las más jóvenes para que lo aprendieran a hacer, los hombres trabajaban en el campo o iban de caza.

Por ello, esta tradición y estilo se transmitía de generación en generación a través de  las madres. Una casa bien pintada indicaba que la mujer de la familia era una buena esposa y madre. Hoy en día algunos hombres realizan trabajos en las casas, rompiendo con esa vieja tradición.

Algunos de los pueblos de Ndebele en los que poder contemplar estas curiosas y llamativas casas son  Mapoch, a unos 40 kilómetros a las afueras de Pretoria  o  Mpumalanga, situado en el este de África del Sur, bordeando Swazilandia y Mozambique.

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