CONCILIACIÓN, UN SUEÑO SIN CUMPLIR

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La conciliación personal, familiar y laboral se puede definir como “la participación equilibrada entre mujeres y hombres en la vida familiar y en el mercado de trabajo, conseguida a través de la reestructuración y reorganización de los sistemas, laboral, educativo y de recursos sociales, con el fin de introducir la igualdad de oportunidades en el empleo, variar los roles y estereotipos tradicionales, y cubrir las necesidades de atención y cuidado a personas dependientes”.

La conciliación personal, familiar y laboral facilita que cualquier persona trabajadora pueda mantener al mismo tiempo una carrera profesional plena y a la vez ejercer su derecho al cuidado de su familia, el desarrollo de su personalidad, su formación o el disfrute de su ocio y tiempo libre.

Según los datos publicados por el INE en su Encuesta de Empleo del Tiempo Libre, el 83,5% de las parejas con hijos dedica al hogar y a la familia tan solo 3,5 horas al día. El 32,8% de los españoles dicen tener su casa más sucia que antes de tener hijos, algo por lo que el 8,9% de ellos han tenido que contratar servicios de limpiadores mientras que el 19% consigue tener la casa ordenada gracias a la ayuda de algún familiar. Solo el 25,7% es capaz de conciliar vida laboral y familiar sin ningún tipo de ayuda.

Según un estudio elaborado por Helpling.es (plataforma online líder en Europa para la contratación de servicios de limpieza doméstica), 1 de cada 5 españoles necesita la ayuda de algún familiar en casa a la hora de poder compaginar con su vida laboral. El 39% de los españoles asegura no poder conciliar las tareas domésticas con pasar tiempo de ocio con sus hijos al salir del trabajo.

Los abuelos, los hermanos mayores y las niñeras se convierten entonces en los aliados perfectos a la hora de ayudar a conciliar la vida laboral y familiar.

Cuando la mayor parte de Europa se acuesta, los españoles se ponen a cenar, ven la televisión o se conectan a Internet. Los trabajadores concluyen su jornada en casi toda Europa más o menos a la hora en que bastantes españoles, sobre todo en las zonas urbanas, terminan la pausa para la comida y vuelven al trabajo. Y es que trabajar  gran parte del día (en jornada muchas veces partida) es un hándicap.

Resulta difícil avanzar en la conciliación de la vida familiar y laboral. Tan solo se “salvan” algunos sectores como los funcionarios y los sectores más sindicalizados, o personas que ofrecen sus servicios desde casa, el llamado teletrabajo que evita el presencialismo.

Las propuestas que se esperaban del Gobierno desde 2013 llevan un par de años congeladas. Siempre hay temas más urgentes que la conciliación de la vida familiar y laboral de millones de personas (por ejemplo, la independencia catalana).

Los políticos también tendrían que reconsiderar la reforma laboral de 2012, que dio más atribuciones a los empresarios sobre los horarios de sus empleados. Y qué decir de la libertad de horarios comerciales, otro hándicap.

Hay intervenciones administrativas en otros terrenos sociales (la prohibición de fumar en centros de trabajo y locales abiertos al público, la aplicación de severas sanciones a las infracciones de tráfico, etc.) sin embargo, nuestros mandatarios son incapaces de  dar el salto a la encrucijada de la vida familiar/laboral. Parece que no se enteran de que conciliar la vida personal, familiar y laboral es un derecho de la ciudadanía y una condición fundamental para garantizar la igualdad entre mujeres y hombres.

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Todavía hoy debemos pelear contra una cultura demasiado permisiva, que en el fondo acepta que la mujer cargue con la parte más dura, una sociedad en la que la conciliación se considera todo un lujo al alcance de unos pocos. Ese “enfrentamiento” entre el desarrollo de la vida familiar y personal y el desarrollo de la vida profesional, existe. La solución pasa por armonizar ambos. No podemos mirar hacia otro lado. Nuestros “mandatarios” tampoco.

Deben participar en la conciliación  las empresas, las administraciones públicas, los sindicatos, los trabajadores y trabajadoras haciendo valer sus derechos, y las familias: los hombres y mujeres compartiendo equitativamente el reparto de las responsabilidades domésticas y familiares, rompiendo de esta manera los roles de género preestablecidos.

Quizá algún día podamos hablar positivamente de conciliación y de igualdad.

carmen-blue11-e1401998995764 Carmen Blue

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