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Casi la mitad de las españolas, pese a tener un peso saludable, no logra entrar en la ropa de las tiendas de moda. El sistema de tallaje actual genera un impacto en la población que puede desencadenar en enfermedades relacionadas con la alimentación como la anorexia. Muchas personas, a pesar de tener un aspecto saludable y un peso ideal, se esfuerzan por adelgazar y se ponen a dieta sin supervisión médica.
En febrero de 2008, el Ministerio de Sanidad y Consumo publicó el “Estudio Antropométrico de la Población Femenina”, cuyo objetivo era definir la forma y dimensiones del cuerpo de la mujer española, con el fin de desarrollar un sistema de patronaje homogéneo, adaptado a las usuarias, que pudieran utilizar diseñadores, fabricantes y distribuidores. El 80% de las mujeres participantes en el estudio tenía un índice de masa corporal (IMC) considerado convencional y adecuado según parámetros estrictamente relativos a la salud. Sin embargo, el 40% de las mismas afirmaba tener problemas para encontrar prendas de su talla.
Ya en el año 2007, y a nivel europeo, se suscribió un acuerdo por el que se impulsaba la unificación del tallaje. Se buscaba aunar criterios, pero esto no ha servido de nada, ya que a medida que pasan los años, el mismo número de talla va sirviendo para cuerpos cada vez más pequeños y todas seguimos comprobando cuando salimos de compras que de una tienda a otra o de una firma a otra, la talla para una misma mujer varía. Además, en muchos establecimientos ya no encuentras tu talla, porque la consideran talla grande, o la que consideras tu talla no te pasa de la rodilla.
Siguen existiendo muchos muros que derribar y el esfuerzo debe ser mayor. No puede ser que se considere una talla 40 como talla grande, como pasó con la línea Violeta de Mango, en la que comercializaban prendas desde la talla 40 a la 52; o lo que pasó con la campaña de ropa interior de Calvin Klein en la que la modelo Myla Dalbesio, con una talla 42, representaba la línea XL de la firma.
El mundo de la moda y la publicidad se han puesto aparentemente las pilas y ahora estamos inmersos en la revolución curvy. Digo aparentemente porque las cosas, como veis, no han cambiado tanto en la vida real. Pretenden aprovechar el potencial de la mujer XL, o curvilínea, la de las tallas reales, y por ello empiezan a proliferar tiendas, marcas y líneas dirigidas a mujeres con curvas. Sin embargo, las pasarelas, en particular, y el mundo de la moda, en general, se resisten al cambio, a pesar de poner en la palestra a modelos como Tara Lynn, Candice Huffine, Robin Lawley, Ashley Graham… El calendario Pirelli, las portadas de revistas como Vogue Italia, Glamour, V Magazine o Elle, no son suficientes a pesar del intento de generalizar y expandir el orgullo curvy.
Más que estas campañas lo que necesitamos las mujeres normales es poder comprar en cualquier tienda sabiendo que el tallaje va a ser el mismo aquí que en la tienda de enfrente y que no tengamos que ir a la sección de tallas grandes cuando lo que necesitamos es una 40.
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