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Últimamente me siento agnóstica, no me creo nada ni si quiera de lo que veo. El dicho de ver para creer se ha quedado desfasado en los tiempos que corren. Si no, ¿por qué tanta polémica por el color de un vestido? Y precisamente de trapos quiero hablar, pero no de los sucios, que igual también.
El pasado martes 10 de marzo la reina Letizia se presentaba en Zaragoza por enésima vez con la misma chaqueta. En su visita a la capital maña para inaugurar con Felipe VI dos exposiciones y conocer de primera mano las consecuencias del desbordamiento del Ebro, la reina volvió a lucir su ya famosa chaqueta de Uterqüe.
Que sí, que está muy bien eso de la austeridad, si ese es el mensaje que nos quiere transmitir (no tuve la ocasión de preguntárselo). Para terminar su look llevaba un bolso en forma de sobre de la misma firma de la chaqueta, que también lució en otras ocasiones y unos peep toes en los pies de Magrit, también repes; pantalones negros de Hugo Boss y blusa fucsia, como cada vez que luce la chaqueta Uterqüe. Sin embargo, hay algo que no entiendo: repito chaqueta, pero me pongo unos pendientes, preciosos esos sí, de la firma de la diseñadora Elena Carrera, hechos de diamantes y oro blanco de 28 quilates y valorados en casi 600€. Bueno, puede ser que ya los tuviera y se los agenciara en época de bonanza… La única novedad en su total look fue el pelo, que parece habérselo cortado un poco.
Ya en otras ocasiones la representante de la corona nos lanzaba señales en honor a la austeridad. En la inauguración de la exposición “Teresa de Jesús: la prueba de mi verdad” en la Biblioteca Nacional de Madrid, escogía un look que cuanto menos sorprendió a más de uno. Nada de firmas consagradas, ni Felipe Varela ni Carolina Herrera, ni Uterqüe. Apareció vestida de Mango. Se enfundó un jumpsuit en color azul oscuro con marcado escote en uve, cerrado por cremallera y con manga japonesa, apostando así por una de las firmas patrias más asequibles.
No es la primera vez que opta por vestirse con ropa de tiendas de calle a las que podemos acceder los ciudadanos de a pie (qué detalle poder presumir de que nos vestimos como reinas, oiga). Sin embargo, si era la primera ocasión en la que se presentaba con una firma lowcost a un acto oficial. Claro que el look lo vuelve a completar con unas sandalias doradas de Magrit, unos estupendos pendientes de oro y una cartera metalizada. Por eso no me creo nada. Porque si quieres ir austera, te llevas los pendientes de bisutería de la tienda que está justo al lado de Mango y los zapatos de la que queda al otro lado de la calle. Esa idea de fusionar minimalismo urbano y ostentación metalizada me da escalofríos.
Casi prefiero que la que se vista como una reina sea ella, que para eso lo es y nos toca aguantarlo. Para comprar en lowcost ya tenemos a la princesa del pueblo y su famoso pijama (agotado en todas las tiendas). Está claro que nuestra reina sigue siempre las tendencias, adaptándolas a su estilo más personal (al igual que la princesa).
Y de todo esto sacaréis en resumen que no pasa nada por repetir modelito y que esta primavera los jumpsuits son la prenda estrella de la temporada. Y que en realidad, yo no venía a hablar de trapos, sino de mentiras disfrazadas.
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