Según la R.A.E: Persona que cautiva o atrae la voluntad, especialmente en el terreno amoroso. Persona que es capaz de causar admiración. Pues bien, (primera definición) me centro en dos: Mae West (1893 -1980), y Rodolfo Valentino (1895 – 1926)

MAE WEST

Debutó con 8 años, a los 14 ya tenía todo un currículum. Irreverente, rebelde “sin causa”, reina de la ironía, a ella le debemos frases tan geniales como éstas (no puedo ponerlas todas):

-El buen sexo es como una partida de póker, si no tienes un buen compañero es mejor que tengas una buena mano.

-Cuando soy buena, soy buena, pero cuando soy mala soy mejor.

-Solamente se vive una vez, pero si lo haces bien, es suficiente.

-Las chicas buenas van al cielo, las malas a todas partes (mi preferida….jajjaja)

-Nunca se es demasiado vieja para hacerte más joven…..etc…etc

Sólo con analizar una de estas frases, el contexto y la época en la que fueron dichas, tendríamos para escribir un libro.

Salvó a la Paramount de la bancarrota al recaudar con su primera película, “Night after Night”, más de dos millones de dólares en tres meses.

Ella descubrió a Cary Grant. 

Mae se había fijado en Cary cuando éste andaba paseando por los estudios Paramount en un descanso de la grabación de «Madame Butterfly».

La actriz se le quedó mirando mientras Cary pasaba a su lado y le preguntó a uno de los jefazos de la compañía, Emanuel Cohen: «¿Quién es ese?». «¿Ese?… Ah, Cary Grant. Está rodando Madame Butterfly», respondió Cohen. «Por mí como si rueda Blancanieves. Si sabe hablar me lo quedo».

Mae se convirtió en uno de los personajes cinematográficos más populares de todo Hollywood y en la actriz mejor pagada de la época. Pero su personalidad insolente, lenguaraz, sexy y provocativa le causó un sin fin de líos con la censura que fueron aburriendo a Mae, quien poco a poco se  fue alejando del celuloide para retornar al mundo de las bambalinas, donde todo era más liberal. Con más de 50 años, montó un show en Las Vegas rodeada de ocho culturistas casi desnudos.

Murió el 22 de noviembre de 1980. Tenía 87 años y había estado casada con Frank Wallace, desde 1911 hasta 1942.

RODOLFO VALENTINO

Nació el 6 de mayo de 1895 en Castellaneta (Italia). Mal estudiante, mimado en exceso por su madre, fue expulsado de varios colegios, con 18 años se traslada a New York. Después de lapidar todo el dinero, (como era habitual) trabajó de jardinero, gigoló, camarero, bailarín etc… Pero atrajo la atención de una rica heredera chilena, Blanca de Sualles, aunque nunca se demostró la relación. Ella mató de un disparo a su marido y el “Valentín” se las piró para Hollywood donde se cambió el nombre (el original era Rodolfo Guglielmi) por Rodolfo Valentino.

Su físico no era el del típico galán de la época, pero él supo jugar su papel de “latin lover”. Su primera película protagonista fue “los cuatro jinetes del apocalipsis», guión de Vicente Blasco Ibáñez, donde lucía palmito como bailarín de tangos. Su increible sex-appeal y sus papeles de malvado de aspecto latino le encumbraron a la fama, todas las féminas de la época querían un Rodolfo Valentin en su vida y las actrices morían por trabajar a su lado.

Valentino estaba casado con la actriz Jean Acker, pero tras protagonizar «Camille» (1921), conoció a Natacha Rambova, directora artística y de vestuario que ejerció una gran influencia en la vida y trabajo del idolatrado actor. Huyeron a México, en donde se casaron. Valentino fue arrestado por bígamo al exigir la ley que pasara un año tras efectuarse el divorcio de su anterior esposa.

Rodolfo mantuvo sonados romances con multitud de amantes, entre ellas Marion Davies o Pola Negri. Valentino falleció en Nueva York el 23 de agosto de 1926 a los 31 años víctima de una peritonitis. La muerte del «Gran Amante» (como le llamaban algunos) provocó fuertes disturbios en su multitudinario funeral e incluso centenares de suicidios en todas partes del planeta. 

En fin queridas, la diferencia está clara, así que mientras escribo mi biografía, (se trata de una chica que perdió su reputación y nunca la echó de menos) espero que cojáis, con vuestra mano libre, a un hombre y, que baile a vuestros pies, porque… «Nosotras mandamos queridas»

Mary West