RETRATO: CHRISTINE DE PIZAN, LA PRIMERA MUJER ESCRITORA

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Hoy Día de la Mujer Trabajadora nos rendimos a una mujer que probablemente no sea muy conocida salvo en determinados círculos pero que como tantas otras y en un marco social realmente hostil fue capaz de ser una misma, algo que a lo mejor hoy no tiene tanto mérito pero que si lo tiene para De Pizán, la primera escritora que se conoce y que nació en 1364 y murió en 1430.

Y encima se ganó la vida escribiendo, lo que no es poco en pleno medievo, donde las mujeres eran perseguidas por brujas y acusadas de serlo simplemente, lo que era, al parecer, toda una desgracia.
¿Qué cómo lo consiguió? Pues gracias a su tenacidad y a su fuerza de voluntad. Pero es que es más, estamos ante una valerosa mujer que utilizó su maestría en la escritura para defender los derechos de las mujeres en la sociedad y eso, con la celebración del día de hoy, tiene mucho mérito.
Fueron curiosamente dos hombres quienes alentaron a esta joven italiana a desarrollar y potenciar sus precoces dotes intelectuales. Su padre, Tomasso da Pizano, era un médico y astrólogo italiano que había llegado a la corte de Carlos V como asesor del monarca francés acompañado de su mujer y su hija de cuatro años. Pronto se dio cuenta de la inteligencia de la niña, foco de conflicto con su esposa, quien preparaba para Christine un futuro acorde a una dama de la corte, bien casada y con muchos hijos. La insistencia de Tomasso hizo que la madre de Christine aceptara a regañadientes una educación especial para su hija.

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Cuando Christine tenía quince años se casó con un notario y secretario del rey francés. Etienne de Castel siguió la misma pauta que Tomasso y no sólo permitió sino que también alentó a su joven esposa a continuar escribiendo e investigando rodeada de libros y eruditos de la corte.
Christine había conseguido un excepcional equilibrio en su mundo femenino. Estaba casada y tenía tres hijos, papel que conbinaba a la perfección con sus estudios y sus escritos. Pero esta vida idílica se truncó con la muerte de uno de sus hijos y la prematura desaparición de su padre y su marido. Con veinticinco años se convertía en una joven viuda con dos hijos y una madre a su cargo y con graves problemas económicos. La primera respuesta a aquella triste situación era un nuevo matrimonio; la segunda, el claustro.
Sorprendentemente, Christine no aceptó ni una ni otra sino que tomó una tercera y valiente alternativa: seguir escribiendo. Su perseverancia dio pronto sus frutos. Miembros de la corte solicitaron de Christine una elegía de Carlos V. Nacía así Le livre des faits et bons moeurs du sage roi Charles V, la primera obra escrita por encargo y que dió a Christine una importante recompensa económica.
Convertida en una escritora en mayúsculas, Christine de Pizan mantuvo a la familia que le quedaba con su obra. Una obra que pasó de la temática amorosa a temas más comprometidos como la filosofía, la política, la historia, la moral o el derecho de la mujer en la sociedad.
La Ciudad de la damas, su obra más representativa, es un alegato a favor de la mujer para la que reclama un lugar en el mundo, así como una clara crítica a la misoginia imperante en aquel mundo medieval.
Más de cinco siglos han pasado desde que Christine de Pizan reclamara para su género respeto y dignidad. Despúes de todo este tiempo, sigue sorprendiendo cómo en plena Edad Media una mujer no sólo vivió de sus ideas sino que las perpetuó a lo largo de los siglos.

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