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La figura de la bruja a través del tiempo, ha pasado por muchas etapas, desde ser vista como una curandera o una maga, a ser un personaje siniestro, una mujer bella o una vieja hechicera. La bruja es uno de los personajes más significativos de la historia. Ya en la antigüedad grecorromana encontramos ejemplos de brujas en figuras de diosas o magas como es Hécate, Artemisa, la luna, y Perséfone, la diosa de los infiernos. Hécate era como la divinidad que preside la magia y los hechizos. Le es atribuida la invención de la hechicería. Otras magas de la antigüedad eran Circe, Medea o las Sibilas de los griegos.

Al principio de los tiempos la bruja era la única que se encargaba de la salud en los pequeños asentamientos y solía ejercer de partera. Sus conocimientos eran trasmitidos oralmente de madres a hijas. A lo largo de los siglos los emperadores, reyes, papas, nobles, etc. consultaban a estas curanderas que se valían de la naturaleza para elaborar sus medicinas. Muchas utilizaban patas de araña, ancas de rana, alas de murciélago, piel de serpiente, excrementos, pero también distintos tipos de plantas a las que en la actualidad también se les atribuyen cualidades terapéuticas y curativas.

Frente a lo que se cree popularmente, no fue la Inquisición española la que más hogueras prendió, sino la francesa. Tampoco fueron los cristianos los que más persiguieron, sino los protestantes. Fue en la Edad Media cuando la iglesia comenzó a perseguir a estas mujeres argumentando que sólo Dios es capaz de curar el cuerpo y el alma. De curanderas y sanadoras pasaron a ser consideradas malditas y brujas. Además, en general, para la iglesia la mujer era inferior, lasciva y muy dada a los placeres prohibidos, una aliada del diablo. La brujería europea se convirtió entonces en una especie de herejía religiosa que afectó más a las mujeres que a los hombres, que eran quemadas en la hoguera. Llegó la Inquisición, que de Santa no tenía nada. Y el gran auge de la quema de brujas en la hoguera fue al final del siglo XVI, con varias decenas de miles de mujeres sentenciadas a morir.

Hubo un momento en que las mujeres eran tan sospechosas que les resultaba difícil vivir sin exponerse a alguna acusación. Ser comadrona, ser demasiado guapa o demasiado fea, no ir a menudo a la iglesia, un simple gesto o manera de vestir podía ser visto como el resultado de un pacto con el diablo.

Pero las brujas no siempre fueron mujeres ancianas, también estaba la bruja joven y seductora, la bruja hermosa que ya aparece en obras literarias del Renacimiento y posteriormente en el Romanticismo. De hecho, la Inquisición empezó matando a las viejas y feas, pero después de un tiempo mataba a todas, la única condición era ser mujer.

Mediante la tortura se obligaba a las mujeres a reconocer los crímenes más espantosos. Después de estos interrogatorios muchas morían. En algunos países la tortura consistía en sumergirlas en ácido caliente, en otros hacían tragar gran cantidad de litros de agua o les clavaban agujas por todo el cuerpo.

Sin embargo, los auténticos orígenes de la brujería parece que proceden de la pervivencia de tradiciones folclóricas que se remontan al Paleolítico.

Aunque también existieron los brujos, hechiceros y sanadores, la verdad es que siempre se han asociado a la mujer esas condiciones. Algunos estudiosos del tema argumentan que es debido a que se movían en el ámbito de la cocina (algo que, por suerte, ya va cambiando) que es el lugar donde la bruja fabrica sus brebajes, pócimas, ungüentos, además necesita realizar unos rituales para que sus conjuros surtan efecto. Las mujeres se aliaban porque eran ellas las que se ocupaban de la salud de la familia (algo que parece no haber cambiado) ellas parían y necesitaban tener conocimientos para ejercer de comadronas y sanadoras.

Pero donde nos presentan a la bruja más siniestra es en su faceta sexual. En el aquelarre aparece el otro yo de la bruja, se entrega al diablo, le fascina el sexo y el desenfreno. La bruja es lo bello al servicio del mal. Esta imagen la encontramos en nuestro ideario colectivo, como es el caso de Maléfica, la bruja de “La bella durmiente”. Es hermosa y malvada, pero también siniestra. Nos da miedo conocer su lado oscuro y, sin embargo, nos atrae. Se estrenará la película este mes y la mujer que encarna el papel de Maléfica, Angelina Jolie, podría perfectamente despertar estos sentimientos de amor-odio, miedo-fascinación en la vida real.

Y hablando de películas de brujas, podríamos encontrar otros ejemplos: El retorno de las brujas, Las brujas de Salem, Las brujas de Zugarramurdi, Las brujas de Eastwick, Jóvenes y brujas, Stardust, La bruja novata…

Pero la película de las películas es Sleepy Hollow dirigida por el ingenioso Tim Burton y protagonizada por el gran Johnny Depp y la hermosa Christina Ricci. Está basada en un relato de terror escrito por Washington Irving en 1820 “La leyenda del jinete sin cabeza”. Los personajes femeninos de esta película son muy inquietantes y siniestros. En ella aparecen varios tipos de bruja diferentes: la vidente, la bruja buena, la partera y curandera y también la bruja mala.

Encontramos muchas brujas en el mundo infantil, ya sea en cuentos (Blancanieves, La bella durmiente) o en películas (Harry Potter, La bruja novata, Mary Poppins).

Y así, con toda esta tipología “brujil”, seguimos manteniendo vivo un mito que, como hemos dicho anteriormente, procede de los inicios de la civilización.

Y tú, ¿qué clase de bruja eres?

Carmen Blue

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