Eco y Narciso

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Eco y Narciso . 1905. John William WaterhouseEco era una ninfa que habitaba en el bosque junto a otras ninfas amigas y le gustaba cazar. Casi, casi era como esa típica amiga que tenemos en la pandilla: cazadora con nocturnidad y alevosía.

Pero Eco tenía un grave defecto o virtud, según se mire: era muy habladora. Le pasaba como a mí. Y además en cualquier conversación o discusión, siempre quería tener la última palabra. Bueno, eso también me pasa de vez en cuando.

Cierto día, la diosa Hera salió en busca de su marido Zeus, al cual le gustaba divertirse entre las ninfas (no sabemos muy bien de qué modo, pero me lo imagino baboseando entre las ninfas, puaggg). Cuando Hera llegó al bosque, Eco la entretuvo con su conversación mientras las ninfas huían del lugar. Eco la encubridora. Yo eso no lo haría y menos por salvar a un tío, porque realmente lo estaba librando a él de ser cogido in fraganti. Y ahora me quedo con la curiosidad de saber cómo sería la historia si Hera pillara a Zeus flirteando con las ninfas(los castigos a la infidelidad son infinitos).

Bueno, el caso es que cuando Hera descubrió su trampa la condenó diciendo:

– “Por haberme engañado, a partir de este momento perderás el uso de la lengua. Y ya que te gusta tanto tener la última palabra solo podrás responder, precisamente, con la última que escuches y jamás podrás volver a hablar en primer lugar”.

Eco, con su maldición a cuestas se tiró al monte (ya sabéis lo que dice el refrán: la cabra…) y se fue de caza (nosotras somos muy de eso o de ir de compras para ahogar las penas. Bueno, para ahogarlas también nos valen unas copillas. O sea, el consuelo está entre las comprillas y las copillas). Allí en el bosque un día vio a un hermoso joven llamado Narciso y se enamoró perdidamente de él. Deseó fervientemente poder conversar con él (si si, conversar), pero tenía la palabra vedada. Entonces comenzó a perseguirlo esperando que Narciso le hablara en algún momento (desde luego que algunas pierden la cabeza de una manera…).

De repente, Narciso escuchó un crujir de ramas a sus espaldas y gritó: – “¿Hay alguien aquí?”

Eco respondió: -“Aquí”.

Como Narciso no vio a nadie volvió a gritar: -“Ven”. (Que ya hay que ser atrevido para invitar a no sé quién a que se te acerque en medio del bosque, pero claro era una voz femenina y sensual).

Y Eco contestó: -“Ven”.

Como nadie se acercaba, Narciso dijo: – “¿Por qué huyes de mí? Unámonos”. (Esto es una forma fina de pedirte guerra, pero a las románticas les parecerá una pedida de mano).

La ninfa, loca de amor (otra romántica) se lanzó entre sus brazos diciendo: – “Unámonos”.

Narciso dio un salto hacia atrás diciendo: – “¡Aléjate de mí! ¡Prefiero morirme a pertenecerte!” (¡Ni que la pobre Eco fuera tan fea!)

Eco respondió: -“Pertenecerte”. (Un poquito rara sí que era).

Y la leyenda cuenta que ante el fuerte rechazo de Narciso, Eco se sintió avergonzada y llorando se recluyó en las cavernas y en los picos de las montañas (vamos, la típica depre cuando no consigues que te haga caso el tío que te gusta). La tristeza consumió su cuerpo hasta pulverizarlo (esto debe ser una forma de decir que se quedó hecha polvo sin echar un polvo. Ups!! Se me va la lengua. Sin hacer el amor, para las románticas). Solo quedó su voz para responder con la última palabra a cualquiera que le habla. Así que, acordaos que cuando vais a la montaña y gritáis, esa voz que repite la última palabra es la pobre Eco, que está penando por culpa de Narciso que la rechazó (una muestra más de que no merece la pena sufrir por un machoman).

0 Narciso blanco 045 rNarciso no solo rechazó a Eco, sino que su crueldad se manifestó también entre otras ninfas que se enamoraron de él (era el típico chulito, el malote que nos pone a todas). Una de esas ninfas, que había intentado ganar su amor sin lograrlo le suplicó a la diosa Hera que Narciso sintiera algún día lo que era amar sin ser correspondido y la diosa respondió favorablemente a su súplica (lo cual no me extraña porque con el marido que tenía debía estar ansiosa de venganza hacia el género masculino. Zeus, ¿os acordáis? Al que le gustaba divertirse entre las ninfas).

Escondida en el bosque, había una fuente de agua cristalina. Tan clara y mansa era la fuente que parecía un espejo. Un día Narciso se acercó a beber (a continuación viene la prueba de que el agua no es tan buena para la salud) y al ver su propia imagen reflejada pensó que era un espíritu del agua que habitaba en ese lugar. Quedó extasiado al ver ese rostro perfecto: los rubios cabellos ondulados, el azul profundo de sus ojos… y se enamoró perdidamente de esa imagen(es que el muchacho estaba un rato buenorro).

Deseó alejarse, pero la atracción que ejercía sobre él era tan fuerte que no lograba separase(es como cuando estrenamos un vestido que nos queda que ni pintado y no podemos evitar mirarnos a todos los espejos o cristales de escaparates y coches en dónde se refleje nuestra imagen). Muy por el contrario deseó besarlo y abrazarlo con todas sus fuerzas (claro que nosotras no nos vamos abrazando a los espejos). Se había enamorado de sí mismo (que el quererse a sí mismo está muy bien, pero ya lo de enamorarse…).

Desesperado, Narciso comenzó a hablarle: – “¿Por qué huyes de mí, hermoso espíritu de las aguas? Si sonrío, sonríes. Si estiro mis brazos hacia ti, tú también los estiras. No comprendo. Todas las ninfas me aman, pero tú no quieres acercarte”.

Mientras hablaba una lágrima cayó de sus ojos (eso de que los tíos no lloran es otro mito). La imagen reflejada se nubló y Narciso suplicó: -“Te ruego que te quedes junto a mí. Ya que me resulta imposible tocarte, deja que te contemple”.

Narciso continuó prendado de sí mismo. Ni comía, ni bebía por no apartarse de la imagen que lo enamoraba (otro que entra en depresión) hasta que terminó consumiéndose y murió (lo de consumiéndose es un eufemismo, pero es que no quiero herir más sensibilidades).

Las ninfas quisieron darle sepultura (ya para rematarlo), pero no encontraron el cuerpo en ninguna parte. En su lugar apareció una flor hermosa de hojas blancas que para conservar su recuerdo lleva el nombre de Narciso (ideal para el ramo de flores de vuestra boda).

carmen blue1Carmen Blue

 

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