Empleo y juventud no van de la mano

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empleo quechicDe vuelta a la normalidad y ya estoy que me subo por las paredes con la actualidad.Pero lo que más me ha llamado la atención es la noticia que se publicaba ayer en varios periódicos respecto a la realidad a la que se enfrentan los jóvenes con el empleo.  

Según el estudio ‘Crisis y contrato social’, elaborado por la Federación de Ayuda para la Drogadicción (FAD), nueve de cada diez jóvenes de entre 18 y 24 años están en una situación que se esperaban, es decir, sin trabajo aunque se haya formado para tenerlo. Y, claro, si no hay trabajo no hay ni independencia, ni creación de hogar, ni hijos, ni acceso a una vivienda ni nada de nada. Porque sencillamente no hay plan de futuro ni vida para estos jóvenes, los cuales se han encontrado un momento desolador en nuestro país.  

Mi amigo Alejandro diría que hay que producir para combatir el paro pero ¿con qué herramientas cuentan estos jóvenes? Desde luego la cultura de la subvención me parece odiosa por el mal uso que han hecho unos cuantos y que hemos pagados todos injustamente. Así que sólo los más valientes se arriesgan a emprender pero de una manera individual. Aún así no todos los jóvenes pueden montar una empresa ni contratar empleados, con lo que los adultos, que son los que nos han llevado a esta situación tan dolorosa, deberían reconducir las oportunidades laborales de los que llegan.  

Me refiero, como no, una vez más a los políticos, a todos sin distinción de ideología, a las grandes empresas, a la banca y a los agentes sociales que tienen la obligación de resolver este problema. La ciudadanía ya está cansada de que nos vendan motos y a este paso nuestros jóvenes van a necesitar grandes dosis de terapia de grupo para superar la confusión que viven, ya que casi todo lo que les rodea es negativo, restrictivo e infunde miedo. Pero claro, en los discursos queda muy bonito decir que no se desesperen, que luchen y bla bla bla.  

Que se dejen de promesas vacías y palabrería barata y que resuelvan éste y otros problemas porque de intenciones no se come y el futuro de nuestro país depende de nuestra juventud. Aunque con el ejemplo que han heredado de los adultos es lógico que lo que quieran es quitarse de en medio porque la moralidad imperante es de vergüenza absoluta.  

Otro dato que me llama la atención, fíjense si son listos nuestros jóvenes españoles, es que la mayoría cree que el Estado de bienestar desaparecerá y que de cobrar pensiones nada de nada. Y lo que es peor, creen que sus hijos lo tendrán más duro que ellos. Vamos, que son conscientes de que la clase media está desapareciendo.  

En definitiva, hemos pasado de ser un JASP (joven aunque sobradamente preparado) de finales de los años 90 a ser un JYD (joven y desesperado) del siglo XXI. ¡¡Qué paradoja!!   Hace años que dejé los 24 atrás, por lo tanto más que joven soy adulta. Además ya rozo los cuarenta y las personas de mi generación tenemos los mismos problemas que los jóvenes por la sencilla razón de que el sistema ha creado una sociedad enferma psicológicamente.  

Me acuerdo de la decepción de mi padre un día en el que hablábamos sobre este tema cuando me decía: “Tanto trabajo para que tuvierais un futuro mejor que el mío y no os podéis ni comprar una casa”. Así es papá pero ¿sabes qué? me alegro de no habérmela comprado porque así soy más libre y no he caído en la trampa que el sistema nos tenía preparada. Y por supuesto ayudaré a los jóvenes a cumplir sus sueños. Es lo único que no se le puede arrebatar ni a los jóvenes ni a los menos jóvenes.

Así que soñemos…  

Ana VAna Vallecillo

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