La Revolución de los Claveles

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La Revolución de los Claveles fue el alzamiento militar que el 25 de abril de 1974 acabó en Portugal con la dictadura más longeva de Europa, la que había implantado en 1933 António de Oliveira Salazar, destituido en 1968, ocupando la dirección del régimen Marcelo Caetano. Ya a finales de la década de los 60 el régimen, conocido como Estado Novo, comenzaba a debilitarse, envejecido y anquilosado, puesto que el mundo occidental estaba en plena efervescencia social e intelectual, mientras Portugal permanecía como el país más pobre de Europa Occidental generando una fuerte emigración hacia  Estados Unidos, Canadá, Francia, Venezuela y Alemania.

Debido a las divisiones existentes en el seno de la élite del régimen surge el Movimento das Forças Armadas (MFA) que nace secretamente en 1973 de la conspiración de algunos oficiales del ejército. En marzo de 1974 un grupo de oficiales del MFA intenta un golpe de estado, llamado Levantamiento de las Caldas, que fracasa ese mismo día.

Pero en un segundo intento el 24 de abril, comienza la revolución que cambiará el devenir del pueblo luso. Los jefes del MFA insistieron en que deseaban evitar la violencia, así la revuelta provocó tan solo 4 muertos, ocasionados por los disparos de algunos agentes de la policía política contra manifestantes civiles.

La revolución comienza con algunos acciones simbólicas en forma de música, canciones revolucionarias censuradas por el régimen, como por ejemplo «E depois do Adeus», de Paulo de Carvalho, o “Grândola, Vila Morena”, de José Afonso que transmite la Rádio Renascença.

Al amanecer de ese mismo día miles de civiles portugueses ganaron las calles en varias localidades, mezclándose con los militares sublevados. Uno de los hitos de aquellas concentraciones fue la marcha de las flores en Lisboa, caracterizada por una multitud de claveles, la flor de temporada. De aquí procede el nombre de la Revolución, aunque hay varias teorías.

Una de ellas nos habla de Celeste, de 41 años, que caminaba por las calles de Lisboa con varios ramos de claveles en sus brazos. Trabajaba en un restaurante que fue inaugurado un 25 de abril, un año antes de la revolución, con lo cual ese día los dueños celebraban su aniversario y le pidieron que comprara las flores para la fiesta. Pero al día siguiente decidieron que el negocio no iba a abrir “porque había empezado la revolución”, tal y como recuerda Celeste, en una entrevista en el Jornal de Notícias. En su camino a casa, uno de los militares sublevados le pidió un cigarrillo. Como no tenía, le ofreció un clavel, que él puso en la escopeta, y le ofreció otro y otro… para colocarlos en los fusiles de los demás soldados, como símbolo de que no deseaban disparar sus armas.

ClavelesHay otras dos teorías que explicarían el nombre de la revolución lusa. Cuentan que a causa de la revuelta las iglesias cerraron, lo que obligó a una pareja de novios a posponer su boda quedando todos los claveles que tenían preparados, listos para cargar los fusiles de los soldados. Otros defienden que las flores pertenecían a una empresa de exportación que no pudo enviar a destino el cargamento al estar el aeropuerto clausurado. 

Dejando a un lado las teorías y el romanticismo que supone la elección del nombre de esa revolución, viendo el panorama actual en el país vecino (y en el nuestro): el escenario de tensión y cansancio que provocan los últimos años de recesión y crisis, una altísima tasa de desempleo, los recortes, la subida de impuestos… es posible que sus habitantes piensen en entonar otra vez la “Grandola Vila Morena”, la canción que marcó el inicio de la revolución, porque quizá necesiten una nueva revolución.

Tomemos nota en España, que tampoco estamos para echar cohetes, ¿o sí?

carmen blue1Carmen Blue

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