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Ser mujer sigue siendo difícil en el terreno laboral, no solo por el hecho de cobrar menos ocupando el mismo puesto, o no poder acceder a cargos de relevancia sino también por el hándicap que supone la maternidad. Si hablamos de trabajos como ser científica, esta cuestión se complica todavía más.
Solo el 30% de los investigadores del mundo son mujeres, menos del 20% de los puestos directivos en laboratorios, universidades y centros de investigación en España están ocupados por mujeres y sólo el 18% de los premios se les otorgan a ellas.
Al hablar de ciencia, siempre denunciamos la falta de inversión(al menos en nuestro país) que cada vez es más reducida, pero no podemos pasar por alto que si hablamos de ciencia y mujer las desigualdades con respeto a los hombres son escandalosas.
Generalmente se solapa la época más crucial de su carrera profesional y el momento en el que las mujeres tienen que tomar la decisión de ser madres. Se plantea la dicotomía entre ser una científica de excelencia o ser mamá. Por desgracia(para la ciencia y la humanidad), muchas de ellas optan por la maternidad. Para erradicar este abandono es necesario el apoyo institucional. Muchas de estas mujeres están abocadas a tomar esa decisión porque ven imposible conciliar un trabajo tan exigente como la investigación con criar a sus hijos de forma adecuada.
Por otra parte, las mujeres que se dedican a la ciencia denuncian un cierto menosprecio hacia los logros conseguidos por mujeres científicas.
En España parece que no nos damos cuenta de la importancia de la inversión en ciencia. Esta profesión es imprescindible en el desarrollo de la sociedad y en el avance médico y científico, pero vivir de la ciencia se convierte en todo un reto cuando se trata de nuestro país. Es muy complicado conseguir subvenciones para la investigación, a pesar de que somos un país prolífero en cuanto al número de científicos. En nuestro país se educan y forman buenísimos científicos que no tienen oportunidad de poder trabajar y se ven abocados a marcharse más allá de nuestras fronteras.
Y eso es lo que ha ocurrido con estas cinco mujeres científicas que han estado trabajando fuera de nuestro país para desarrollar su carrera.
Cinco mujeres excepcionales(y madres) con diferentes proyectos que tienen un fin común: contribuir al avance de la ciencia, la medicina y la sociedad: Marta Navarrete( extremeña de 34 años que investiga el papel de los astrocitos en los procesos de memoria y aprendizaje (Alzheimer); Verónica Ayllón(trabaja para arrojar luz sobre una de las enfermedades consideradas como «raras», la Leucemia Megacarioblástica Aguda infantil no asociada al síndrome de Down); María Mittelbrunn( investiga las patologías mitocondriales, las enfermedades lisomales y su relación con el envejecimiento); María José Buzón (catalana de 36 años investiga para poder encontrar nuevas terapias que sean capaces de curar el VIH de manera definitiva) y Laura Masgrau(sus investigaciones se centran en el tratamiento del cáncer colorrectal).
Ellas has sido las ganadoras de las Bolsas de Investigación del programa L’Óreal-UNESCO For Women in Science, que celebró en Madrid su 15 Aniversario. Se trata de una iniciativa para reconocer, financiar y dar visibilidad a las investigaciones de diferentes científicas. El programa L’Óreal-UNESCO, asimismo, ha lanzado el manifiesto Cambia las Cifras(#CambiaLasCifras), que defiende la necesidad de acortar distancias entre hombres y mujeres en la ciencia, y pretende luchar contra los prejuicios.
Todas las premiadas coinciden en la dificultad de compaginar vida laboral y familiar y en el poco apoyo que hay para la investigación en España. Algunas han trabajado en Estados Unidos y comentan que allí no han oído ni un solo: “no tenemos dinero”, sino un “¿qué necesitas?”, algo que en España no sueles escuchar. Además, te tratan con mucho más respeto porque entienden que la ciencia es el pilar más importante de la sociedad. Una sociedad que no duda de la capacidad de las mujeres para triunfar en la ciencia. A ver si tomamos nota.
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