Adiós duquesa, adiós

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A primera hora de esta mañana casi todas las televisiones nacionales, autonómicas, públicas y privadas, al igual que la mayoría de los programas de radio, se han hecho eco de la fatal noticia del fallecimiento de María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, más conocida por todos como Doña Cayetana o Duquesa de Alba. ¡Cómo no! Los españoles somos muy cansinos la mayoría de las veces, y cuando nos da por un tema, vaya tela. Hoy tocaba hablar de esta mujer, y hasta en la sopa la hemos tenido, sin incluso en los deportes se ha dicho: “Ha muerto una bética.” En fin, la ridiculez a veces nos sobrepasa. Y por supuesto, se ha cuestionado todo, se ha hablado de todo y lo siguiente.
Por mi parte, podría escribir mucho sobre su vida, sobre su linaje (porque no en balde es una “grande de España”), sus propiedades o incluso el origen de su fortuna.
Podría hablar de lo éticamente reprobable que es que reciba fondos europeos para el mantenimiento de sus tierras/cotos, prevaliéndose de lagunas que permiten que personas como ella, terratenientes de antaño que han servido mantenerse en la actualidad debido a que aún hoy día su título sirve para amedrentar a políticos mediocres.
Podría hablar mucho, criticar y criticar mucho lo que representa.
Sin embargo no es esa mi intención.
Lo que me gustaría hacer es dar mi opinión sobre la mujer, sobre lo que significó Cayetana, quien vivió gran parte de la época más negra y rancia de nuestro país, falto de libertades y moralismos sin sentido acerca de la conducta de las mujeres, las cuales debían actuar según lo que la Iglesia y cuatro hipócritas consideraban ajustado a la decencia. Pues si nos vieran ahora y no están muertos, se morirían de nuevo del susto.
Para mí, Doña Cayetana, si la veo desde el punto de vista femenino, es un ejemplo a seguir. Una mujer que vivió su vida como mejor le pareció. Una mujer que a sus ochenta y tantos años siguió haciendo con su vida lo que mejor consideraba, poniéndose por montera las opiniones de los demás y eligiendo lo que más le convenía a ella. Unos la llamarían egoísta, imprudente y alocada, para mí, la mujer representaba la fuerza y la independencia, y muchas veces me resultaba hasta graciosa. Una mujer, unas veces vapuleada por la prensa rosa, y otras veces adorada por esta misma. Alguien con una personalidad tan fuerte que conseguía que uno la odiara o la admirara, pero siempre lograba hacerte sentir algo.
duquesadealba1Y lo que más me impresiona, es que hablamos de una mujer muy vinculada al mundo de la cultura, y dentro de esta al flamenco y a los toros, poseedora incluso de un tablao flamenco donde ensayar este arte en sus dos principales residencias, el Palacio de Liria y el de Dueñas, donde ha residido la mayor parte de su vida. Tal vez ese amor por todo lo relacionado con la cultura, la filosofía, fuese un presagio en su nacimiento, en el que estuvieron presentes el ilustre  doctor Gregorio Marañón, el filósofo José Ortega y Gasset y el escritor Ramón Pérez de Ayala, ¿alguien puede haber nacido en mejor compañía?
Como andaluza no puedo obviar el hecho de que Cayetana ha amado esta región y a sus habitantes, decidiendo que quería ser andaluza, y por eso siento mucho su fallecimiento, por ser una grande de España, con más de cuarenta títulos nobiliarios a sus espaldas, que quiso ser una joven bailaora de flamenco y amante de los toros. Adiós Duquesa, adiós.

LUCINDAGLucinda Gray

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