Una mala noche la tiene cualquiera

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copasTarde de sábado en invierno, estás en casa(manta y sofá) viendo una peli, leyendo un rato, navegando por las redes sociales…Una llamada, un breve sms o 43 whatsapp te incitan a quedar para salir esta noche. ¡Eso son amig@s! Es la típica noche que comienza con una afirmación del tipo: “La verdad es que no tengo muchas ganas de juerga hoy. Una copita y me voy pa´ casa”.

¡Esas son las mejores!(o las peores, según se acabe la noche).

Entonces te arreglas sin muchas ganas: una ducha rápida, un poco de rimmel, algo de brillo en los labios y el pelo mejor rizo que con la plancha no acabo ni mañana, y entonces sí que me quedo en casa. Me visto unos vaqueros y una camiseta, llevaré la chaqueta de punto, el abrigo y también un foulard (creo que ya he dicho que es infierno, digo invierno).

Te vas al bar de primera hora, donde quedaste con la pandilla. Ahí pides la primera, que te llevará a una segunda mientras esperas a que lleguen l@s rezagad@s. Normalmente yo soy una de ellas pero es que hoy tuve que espabilar para que la pereza no se apoderada de mí y salir de casa cuanto antes, así que llegué de las primeras, excepcionalmente.

¿Me pido otra o no me pido otra? Es que si pasas a la siguiente fase puede que tus recuerdos acaben aquí. Por suerte ya llega todo el mundo, así que nos vamos al siguiente garito. Es ese momento en el que empezamos a estar descompensados, ya que algunos llevamos unas cuantas encima y otros acaban de aterrizar. Las conversaciones son dispares y entre lo serio se mezcla el vacile, las risas y más copas.

Es la etapa en la que se produce la fusión de la sangre con el alcohol. Aquí ya empiezas a estar perdida, tú que no tenías pensado salir de tu sofá.

1Todos conocemos las clásicas etapas de la borrachera, aunque cada uno tiene sus propias fases. A mí, por ejemplo, no me llega nunca la famosa exaltación de la amistad. Debe ser un castigo a mis amig@s por haber llegado tarde al garito-punto-de-encuentro. Un modo de echarle la culpa a alguien de mi actual estado de semi-embriaguez, lo que se llama desplazamiento o transmisión de la culpabilidad. Ese rollo de “te quiero como a una hermana”, “antes me caías mal, pero ahora”, “eres una tía genial”… No me sale. Yo soy más de los cantos alegóricos y los bailes a lo loco. Esta fase además me dura un buen rato y me ayuda a eliminar toxinas para poder seguir hidratándome, que todavía queda mucha noche por delante.

De todos modos pensando en lo de las etapas y como lo lleva cada uno, es cierto que en la pandilla hay algún@s que tienen la del acoso sexual: autopresentación a desconocid@s, miradas de acoso a todo lo que se mueve por el local (incluidos los “miembros” de la propia pandilla), alguna que otra llamada a un ex y una obsesión paranormal por mantener conversaciones sobre sexo (lo que llamamos practicar sexo oral en público). Estas conversaciones suelen ser muy reveladoras, te llegas a enterar de muchas cosas que desconocías acerca de tus amig@s, si es que puedes recordarlas al día siguiente, claro. Muchas veces se revela la verdadera personalidad. Ya sabéis eso de que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.

A alguno se le da por degradar el idioma, insultar a todos los estamentos posibles y atreverse a afirmar que se encuentra perfectamente. Es esa autosuficiencia moral y ética que le asalta en un momento concreto en el que el equilibrio es algo desconocido, pero que le hace sentirse suficientemente capacitad@ para llevar el vehículo. Se cree que lo que tiene es un puntazo y no una tremenda borrachera. Menos mal que siempre queda alguien con un punto también, pero de cordura, dispuesto a acompañarle a una parada de taxi. Antes hay que sacarlo del garito, lo cual es una ardua tarea. “Una más y nos vamos”, “todavía es temprano”, “la noche es joven”…son algunas de las quejas, pero lo peor es cuando se producen destrozos en el inmueble, o sea, otra copa que se cae. Y ya van cuatro esta noche.

Yo no he llegado nunca a esa fase, o al menos no me acuerdo. Tendré que emborrachar a alguien de la pandilla para que me cuente la verdad.

kateA lo que sí hemos llegado todos alguna vez es a la etapa de la cruda realidad. Esa que ocurre al día siguiente por la mañana, o más bien por la tarde, cuando te despiertas. Es la etapa para much@s de la amnesia: ¿dónde estuve?¿con quién hablé?¿cómo llegué?¿dónde dejé el coche?

Es entonces cuando te das cuenta de lo mal que te encuentras y empiezas a buscarle una explicación a tu malestar que no pase por admitir la borrachera: “me han puesto garrafón”, “el hielo me ha sentado mal”, “seguro que fue el antibiótico que me tomé antes de salir para la muela”, “tenía el estómago vacío, tendría que haber cenado más”…

Pero si hay algo más grave en el transcurso de las etapas de la borrachera, es ligar esa noche. Al día siguiente lo primero que te preguntas es: ¿quién coño es ese/a que está en mi cama?

Y entonces es cuando juras que no volverás a beber tanto y te reprochas el no haberte quedado en casa, en tu sofá y con tu manta.

carmen blue1Carmen Blue

 

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