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Hace unas semanas una noticia en mi ciudad me sobrecogió y me hizo pensar en lo mal que lo estamos haciendo sobre este planeta. Un hombre moría en su casa, solo, sin que nadie se enterase hasta pasados varios días porque lo echó de menos una amiga del Facebook, debido a su inactividad en esa red social. Cuando la mujer, que vivía en la otra punta de España, dio la voz de alarma ya era demasiado tarde. El hombre estaba muerto entre toneladas de basura que había estado acumulando debido a que padecía Síndrome de Diógenes. ¡Horrible! Ningún familiar ni vecino lo había echado en falta, y lo que es peor, nadie se dio cuenta de su enfermedad… Sinceramente, me cuesta creerlo. Eso sí, en el Facebook era muy activo y conocido.
¿Será que estamos condenados a mantener relaciones virtuales? ¿Estamos perdiendo el gusto por una buena conversación delante de un café y mirando a la cara a quien tenemos enfrente? Parece que sí.
No hay más que ver alrededor y nos daremos cuenta de que de cada diez personas con las que nos cruzamos, seis están enganchadas a su móvil, ya sea llamando, escribiendo un whatsapp, viendo un vídeo, conectada a una red social… Las personas ya no interactúan, la conversación se muere…
El fotógrafo urbano residente en Londres BabycakesRomero, lo tiene claro y lo dejó reflejado en una serie fotográfica llamada «Death of a Conversation» (“Muerte de la conversación”), en la que podemos observar a personas que están juntas pero no lo parece porque cada una está inmersa en su dispositivo móvil. Romero no tiene móvil porque él, siendo una persona dedicada a la observación, se perdería mucho de lo que pasa en el mundo si observara únicamente el contenido de su celular y por ello recorre las calles de Londres únicamente con su cámara en mano.
Hay que parecer ocupado e importante, que se tienen cientos de cosas que hacer y que a uno la gente lo busca cada segundo, por eso cogemos el teléfono a cada instante y abrimos el whatsapp, el messenger u otras aplicaciones móviles.
Romero vio como la gente los utilizaba como apoyo social para ocultar su incomodidad, para llenar el silencio. Múltiples personas enfrascadas en sus dispositivos digitales y dejando de lado la oportunidad de compartir una conexión con las personas a su alrededor. Gente sumergida en sus teléfonos en lugar de interactuar con otras personas, como si fuera más placentero utilizar los dispositivos móviles para comunicarse que el tú a tú, la conexión personal con otro individuo.
El uso del teléfono móvil nos ha simplificado la vida, pero su uso inadecuado hace que la gente se retraiga en lugar de interactuar.
El objetivo del proyecto de Romero es crear un debate acerca de la etiqueta de los teléfonos inteligentes, entendiendo que no se pueden dejar de usar pero sí que se logre una reflexión en torno a cuándo es apropiado utilizarlo, basándose en la gente de su alrededor que captó con su cámara.
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