NIÑAS ADULTAS

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En nuestra sociedad el concepto de crecimiento se puede entender a través de la imagen. De hecho, vamos a analizar como la moda, la forma de vestir, se inmiscuyen con la adolescencia creando, en ocasiones, generaciones de niñas adultas. La moda, la ropa que nos cubre, no es más que un fenómeno cultural y social. A través de los trapos que llevamos puestos se representa un modelo de vida, de moral, de conocimiento, de intereses y de gustos que cada cultura interpreta a su manera y que evoluciona de forma diferente dependiendo de la situación geográfica. Es por ello que el acto de crecer, de pasar por la adolescencia para convertirse después en mujer, es un proceso determinado por la edad pero también por tradiciones morales y costumbres.

Todos hemos pasado por diversas etapas en nuestra vida, crecer forma parte de nuestra evolución. Quizá uno de los períodos más difíciles es la adolescencia. Es un proceso duro y complicado, lleno de incertidumbres. Es una etapa en la que nuestro cuerpo se transforma, nuestra mente se abre y nuestro espíritu pide libertad. Es el momento en que nuestras niñas empiezan a desarrollar nuevas características y formas de ver la realidad que las rodea, comienzan progresivamente a tomar responsabilidades, a madurar. Las niñas cuando crecen no saben que se espera, desea o se busca a la hora de transformarse en algo nuevo, más maduro. No saben tampoco cuáles son las pautas a seguir que determinen el camino hacia esa madurez. En la sociedad, a las niñas que todavía son preadolescentes, se les imponen ciertas reglas de comportamiento y de imagen asociadas a mujeres adultas, que hacen que se sientan todavía más confusas. Las modas y las tendencias de ropa  son algunas de esas influencias. La ropa más urbana pensada para las jóvenes imita, en muchas ocasiones, a la vestimenta de las mujeres adultas, esto hace que las que todavía no tienen la capacidad de decidir con madurez sobre su vida, expongan su cuerpo  de un modo que no es acorde a su edad. Un cuerpo, por otra parte, que todavía desconocen, que aún empiezan a descubrir.

Si nos paramos a ver a nuestro alrededor, los medios de comunicación, las revistas, las series de televisión de adolescentes, etc. están constantemente mandado señales, muchas veces equivocadas, a nuestras futuras mujeres. En el mundo Disney encontramos muchos ejemplos de niñas angelicales que se convirtieron en mujeres sin pasar por el proceso que ese cambio requiere. Tal es el caso de  Miley Cyrus, Lindsay Lohan, Demi Lovato o  Selena Gómez. La sobreexposición que tienen estas estrellas juveniles en el mundo del espectáculo desde tan jóvenes es un grave problema que también habría que abordar. Por otra parte, están algunos productos direccionados a chicas jóvenes, los concursos de belleza, los programas de televisión de nuevos talentos… ¡Hay tantos ejemplos! Las niñas y jóvenes imitan, copian o recrean modelos de cuerpo, de mujer, de belleza, de estética que en otras épocas estaban reservadas a la mujer adulta y que hoy han perdido definición. Intentan madurar de una manera acelerada, cuando en realidad es un proceso que necesita tiempo, respecto a una misma y la certeza de que nuestra identidad se construye lenta pero firmemente. Lo cierto es que incluso las mujeres aun siendo adultas seguimos teniendo dudas, miedos y fantasías respecto a lo que nos espera en la vida. Por ello, es importante que nuestras niñas se centren en los aspectos que las pueden guiar hacia caminos de mayor satisfacción, con plena autonomía y una autoestima más fuerte.

La preadolescencia es un camino hacia la adolescencia, que no es más que un proceso de realización personal, de construcción de la identidad propia, de la sensación de libertad verdadera y de la satisfacción por lo logrado. Pero cada etapa a su debido tiempo.

carmen-blue11-e1401998995764Carmen Blue

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