MEMORIA HISTÓRICA O LA HISTORIA DE LAS MÁS DE TRECE ROSAS DE CAZALLA

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Antonio Jiménez CuberoTodos recordamos y reconocemos a las famosas trece rosas fusiladas en la madrugada del 5 de agosto de 1939 en las tapias del cementerio del Este de Madrid, acusadas de estar implicadas y de conspirar contra el orden social y jurídico de la nueva España. Memoria histórica.

Pues también deberíamos recordar al medio centenar de mujeres republicanas que fueron asesinadas por los golpistas tras la toma del pueblo sevillano de Cazalla, centro neurálgico de la Sierra Norte de Sevilla.

 La represión franquista llevó a la cárcel a otras 102 mujeres y 198 desaparecieron o se exiliaron, tal y como se documenta en el libro Crónica local de la infamia, de Antonio Jiménez Cubero. El autor, maestro no ejerciente y jornalero de profesión, lleva más de 20 años haciendo acopio de testimonios de las víctimas y de sus descendientes, investigaciones que han dado sus frutos y que nos muestra en sus dos libros publicados: Con nombres y apellidos y el ya citado Crónica local de la infamia.El censo de represaliados que ha conseguido certificar entre una y otra publicación asciende desde 1.203 hasta 1.843 y la cifra total de muertos a consecuencia de la represión rebelde es de 357, como también atestigua otro investigador sevillano, José María García Márquez, autor de  Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla. Cifras escandalosas para un pequeño pueblo que padeció una terrible represión. Memoria histórica.

El contexto en el que se produce la masiva y cruel represión viene dado, tal y como señala el prologuista Bartolomé Clavero, por una “venganza”. El día 5 de agosto, tras rechazar un ataque frustrado de la columna golpista Carranza, los milicianos se dirigieron a la cárcel y mataron a 63 presos derechistas. Esa matanza condicionaría la represión contra los republicanos que multiplicó casi por seis las víctimas conservadoras. Decenas de sirvientas fueron asesinadas y encarceladas por querer crear un sindicato gremial. Pedían una jornada de 7 horas, el abono del sueldo íntegro en caso de accidente laboral y el domingo como día de descanso, entre otras mejoras.

De ellas nos habla Cubero en su segunda publicación. Tras documentarse en los archivos militares, incluyendo papeles de Falange, que todavía existen y no los han hecho desaparecer, como ha ocurrido en otras zonas de España. Memoria histórica.

Las mujeres de Cazalla fueron castigadas duramente no sólo por ser rojas sino por atreverse a ocupar un espacio social que “no les pertenecía”, abandonando los preceptos morales cristianos. Muchas fueron perseguidas simplemente por ser “familia de”. Aunque la principal razón fue por crear el Sindicato de Empleadas del Servicio Doméstico, en febrero de 1936, tras la victoria del Frente Popular. Se produjeron numerosas movilizaciones, que dieron como resultado diversas huelgas en los años 1932, 1934 y 1936, del gremio de las mal llamadas criadas y sirvientas a las que se unieron lavanderas, aguadoras o silleras.

Lo único que pedían eran unas condiciones de trabajo dignas. Entre sus reivindicaciones estaban la jornada de siete horas, prohibición de que las sirvientas se quedaran a dormir en la casa de los patronos, abono del sueldo íntegro en caso de accidente laboral y el domingo como día de descanso. En cuanto al sueldo, se pedían 40 pesetas mensuales para las cocineras, 35 para las sirvientas del cuerpo de casa, 30 para las niñeras y 0,75 pesetas por hora para lavanderas y limpiadoras.

A pesar de que el Ayuntamiento medió para propiciar la negociación, los patronos eran reacios y ni siquiera acudían a las asambleas para escuchar las propuestas. Esto desembocó en una larga huelga de las trabajadoras. Memoria histórica.

El gobierno se hizo entonces con un listado de las mujeres que participaban en estas reivindicaciones. Lo consiguieron poco antes del golpe militar cuando decidieron el cierre del sindicato y se hicieron con las fichas de las afiliadas al Sindicato del Servicio Doméstico, donde aparecían perfectamente identificadas, con nombres y apellidos, como cuenta Antonio Jiménez en su libro. «Para los fascistas locales había llegado la hora de la venganza y la vergüenza, y para el resto, fue el tiempo de la muerte, el dolor y el silencio», escribe Jiménez Cubero.

Cazalla de la Sierra barricada en San Benito De las 49 mujeres asesinadas por los golpistas en Cazalla, 11 son catalogadas por el investigador como sirvientas de profesión, mientras que varias decenas más sufrieron cárcel o tuvieron que huir. Concluida la guerra, algunas regresaron a Cazalla confiadas en la falsa promesa de Franco de que nada debían temer. Y así lo hicieron Carmen Benítez, apodada La Manchá y sus dos hijas, Dolores y Antonia, que estuvieron afiliadas al sindicato. Sin embargo, un consejo de guerra las condenó en 1941 a 12 años de cárcel a cada una, acusadas con cargos como el auxilio a la rebelión, poseer carácter revolucionario e incluso ejercicio de la violencia.

Antonio Jiménez Cubero, con su dedicación y tras largos años de investigación reivindica para ellas ese lugar en Cazalla de la Sierra que les fue arrebatado durante tanto tiempo de olvido: “Al menos una placa en la fuente del Chorrillo para recordar a estas mujeres que pagaron tan caro el atrevimiento de luchar por sus derechos”. Memoria histórica.

carmen-blue11-e1401998995764Carmen Blue

 

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