LA MUJER QUE SE LEVANTÓ SENTÁNDOSE

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Hay mujeres que destacan por su capacidad de lucha, de resistencia, de enfrentamiento ante las injusticias.  Son esas mujeres quienes borran, día a día, las diferencias de género y  son ellas también las que saben que para tener el poder hay que conseguirlo.

En el mundo las mujeres conforman el 51% de la población y, aun siendo mayoría, hemos tenido que padecer (y dependiendo del lugar donde hayas nacido seguimos padeciendo) muchas desigualdades. Con todo,  la historia de la humanidad está llena de mujeres  abanderadas, mujeres que han dado un golpe en la mesa para decir basta y que dieron el primer paso para que sus iguales siguieran avanzado.

Ese fue el caso de Rosa Parks, una humilde modista afroamericana de Montgomery, Alabama,  hija de un carpintero y una maestra de escuela, que el 1 de diciembre de 1955 se rebeló contra la injusticia.  Tenía entonces 42 años.  Rosa fue la primera mujer de color que se negó a moverse a la parte trasera del autobús público en que viajaba. Por aquel entonces los autobuses estaban pintados con unas líneas que marcaban en qué parte podía viajar cada pasajero según el tono de su piel: los blancos delante y los negros detrás.  Por ello, los negros acostumbraban a subir por la parte delantera para pagar al conductor, bajarse una vez obtenido el billete y volver a subir por la puerta trasera. Parks  ese día se sentó en los asientos del medio, que podían usar los negros si ningún blanco lo requería. Cuando se llenó el autobús, el conductor le ordenó, junto a otros tres negros, que cedieran sus lugares a un joven blanco que acababan de subir. Los otros se levantaron, pero ella permaneció inmóvil. Por esa acción fue forzada a bajar del autobús y detenida, acusada de perturbar el orden público,terminó en la cárcel y tuvo que hacer frente a una multa de catorce dólares. Este acto se cita como el que inició el movimiento contra las prácticas de discriminación, es uno de los símbolos que llevó a la comunidad afroamericana de Estados Unidos más cerca de la igualdad. Rosa Parks no fue la primera mujer de Montgomery en protestar por la segregación, pero sí la que reunió la determinación y el liderazgo necesarios para hacer historia.

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Hubo una época en la que los negros nacían en hospitales separados y los enterraban en zonas diferentes, no podían estudiar en las escuelas para blancos, ni viajar en sus asientos, ni comer en sus restaurantes, ni orinar en el mismo retrete público (la segregación llegaba al punto de que en los baños se mostraban letreros de «sólo blancos» o, directamente, «negros no»). El lugar donde le tocó nacer a Rosa (Alabama) arrastraba en los años 50 una de las políticas más discriminatorias con los afroamericanos. Por eso fue allí donde se lideraron los movimientos para el cambio.

La comunidad negra aprovechó ese momento y activó un boicot para que ningún obrero negro ni ninguna criada fuera a trabajar en autobús, lo hacían en taxi o caminando, aunque les llevara horas bajo un sol de justicia. Pero eso era precisamente  lo que buscaban: justicia. La protesta duró 381 días y culminó con una resolución del Tribunal Supremo que ilegalizó los autobuses segregados en la ciudad. En poco más de una década, consiguieron que la justicia desbancara también  las estaciones y escuelas segregadas, y los trabajos reservados a los blancos.

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Rosa no estuvo sola en su lucha, un joven,  indignado y desconocido pastor bautista llamado Martin Luther King, se convirtió en  uno de los líderes   y casi 50.000 personas se sumaron al boicot.

El 2 de julio de 1964, Lyndon B. Johnson (sustituto del asesinado presidente Kennedy) promulgó la ley que acabó sobre el papel con la discriminación en el espacio público de Estados Unidos. La ley de Derechos Civiles es  uno de los mayores logros del movimiento ciudadano para conquistar derechos con acciones pacíficas.

El Nobel de la Paz, Luther King,  acabaría asesinado de un tiro en 1968, con 39 años. Rosa Parks fue incluida en el Michigan Women’s Hall of Fame, en 1983, por sus logros en el progreso de los derechos civiles. Además cuenta con un museo dedicado a su figura, aunque ella siempre huyó de esculturas y homenajes, porque solo hizo lo que tenía que hacer.

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