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¡Cuántas veces al volante hemos tenido que escuchar eso de que “mujer tenía que ser”! Pues en este caso tendrían que gritarlo con más fuerza que nunca, porque para el conocimiento de muchos machos man engreídos, que consideran que la mujer conduce peor que ellos, deberían saber que fue una mujer la primera en atreverse a realizar un trayecto en coche.
Un 5 de agosto de 1888, Bertha se levantó por la mañana temprano, despertó a dos de sus cuatro hijos y se marchó en coche hacia Pforzheim, su ciudad de nacimiento. Le dejó una nota a su marido explicándole lo que iba a hacer. No es que lo abandonara, sino que lo estaba acompañando en sus negocios sin él saberlo. Bertha Benz era la inteligente esposa de Karl Benz, unos de los pioneros del automóvil que, en 1885, fabricó un triciclo con motor de combustión perfectamente funcional pero que no tenía salida en el mercado. Por eso su mujer se decidió a probarlo más allá de la frontera del jardín de su casa de Mannheim, o de los cortos recorridos que hacía su marido para mostrarlo. Y es que Karl tenía mucho ingenio pero poca visión comercial.
Hasta entonces, todos los automóviles que se habían fabricado eran básicamente experimentales. Hacían recorridos para probarlos demasiado cortos o que consistían en dar una vuelta para regresar al punto de partida. El hecho de realizar un viaje entre dos ciudades era impensable debido al riesgo de que se estropeara o accidentara el vehículo y te quedaras en medio de la nada incomunicado.
Bertha quiso demostrarle a su marido que ese invento servía para algo. Como mujer inteligente que era, con la ayuda de sus dos hijos, empujó el coche lejos para que Karl no se despertara al arrancar el motor y enfilaron hacia Pforzheim. Un viaje de 106 km lleno de contrariedades que Bertha supo solventar. Tuvo que reparar un conducto de carburante con una de sus horquillas, improvisó unos frenos más eficaces con trozos de cuero, paró en una farmacia de la ciudad de Wiesloch donde compró un disolvente semejante a la bencina para usarlo como carburante… Por esto último se convirtió también en la primera persona que hizo un repostaje, lo que hizo evidente la necesidad de crear estaciones de servicio. Finalmente, llegó a su destino, sana y salva con sus dos hijos. Era de noche y envió un telegrama a su esposo para informar de que todo había ido bien.
Después de esta experiencia, ayudó a su marido a desarrollar el coche con el fin de mejorarlo. Algunas de esas mejoras pasaban por poner frenos más eficaces y una marcha adicional más corta para subir cuestas. Tras su periplo y hasta 1894 se vendieron unas 25 unidades del triciclo de Benz, la marca lanzó otros modelos de automóviles y alcanzó un éxito comercial sin precedentes que llega hasta la actualidad.
La señora de Karl Benz se convertiría así en la primera persona que hizo un viaje en automóvil.
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