HIPERREALISMO IMPACTANTE

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Ron Mueck es uno de los artistas más distinguidos y consolidados del arte contemporáneo. Sus obras están llenas de realismo y no dejan a nadie indiferente.

Cuando se mudó a Londres para crear su propia compañía de utilería y “animatronics” para la industria de la publicidad, se dio cuenta de que a pesar de realizar diseños muy elaborados y detallados,  solo podían ser fotografiados desde un ángulo muy específico. Ron Mueck, por el contrario,  deseaba producir esculturas que se vieran perfectas desde cualquier ángulo.

Años más tarde, colaboró con su suegra, Paula Rego, en el diseño de unas figuras para una escena expuesta en la  Galería Hayward. Ese sería el punto de partida, ya que su trabajo gustó tanto que no dejó de recibir encargos. La obra que le hizo destacar entonces, fue “Dead Dad” (“Papá muerto”). Una creación escalofriante e hiperrealista hecha de silicona y otros materiales, como su propio pelo(es la única obra suya en la que lo utiliza) que representa el cuerpo muerto de su padre, reducido aproximadamente a dos tercios del tamaño natural. En contraste está la enorme escultura  titulada “Boy” de cinco metros.

Dead Dadboy

Entre el año 2000 y el 2009 realizó una  serie de esculturas elaboradas en técnica mixta con materiales como silicón, fibra de vidrio y acrílico. En ellas explora la representación figurativa como un recurso con el que, reduciendo o aumentando la escala de sus modelos según lo requiera el tema, logra imprimir vida a sus creaciones.

deriva

Su dominio de la anatomía le lleva a recrear la magnitud de las emociones con relación al cuerpo en unas esculturas poco convencionales. Sin fijarse mucho podemos  observar los más minuciosos detalles como la pigmentación de la piel, las arrugas, el vello… Además, las figuras están dotadas de una expresividad impactante reflejada en su expresión facial. “A la deriva” donde un hombre, un poco bronceado, sobre un inflable flota en medio de un fondo azul es una de las obras representativas de esta serie, una alegoría de la crucifixión de Cristo.

 

En el año 2011 expuso su obra en  San Ildefonso, utilizando los espacios de la sala de manera que las posiciones de sus inmensas esculturas permitieran al espectador estudiar las expresiones y el lenguaje corporal de cada figura. Seres inmutables pero que dicen mucho sin hablar y nos llevan a reflexionar  sobre el límite entre la realidad y el artificio y el vínculo palpable que une presencia y ausencia.

Aquí os dejo unas imágenes de algunas de sus esculturas, aunque lo verdaderamente impactante es poder observarlas en persona, de cerca y desde todos los ángulos.

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