Cestería, oficio y tradición artesanal

Si te gusta comparte...Share on Facebook0Tweet about this on TwitterEmail to someone

móvil09-06-2013 343En un mundo global, es importante conservar la identidad y singularidad de los pueblos. Aunque en ocasiones el producto de fuera nos resulte más atractivo y económico, debemos apostar por lo nuestro, sobre todo si se trata de producto artesanal.

La cestería es una actividad artesana primitiva, anterior incluso a la alfarería. En los yacimientos arqueológicos aparecen vestigios de materiales vegetales entrelazados o tejidos y en algunos estudios se pone en evidencia que el hombre utilizó las técnicas de la cestería para desarrollar y levantar una pieza de barro. Las pinturas rupestres del Racó del Molero (Castellón de la Plana), los fragmentos textiles de la Cueva de los Murciélagos en Albuñol (Granada) y los capazos de esparto del Museo Arqueológico de Cartagena, nos demuestran que es una actividad que ejerció el hombre desde los albores de la Humanidad y que se ha conservado hasta nuestros días con muy pocas modificaciones, lo cual le confiere un mayor interés.

Cestería a cova dos ratosEl oficio de cestero, antiguamente estaba en manos masculinas, aunque poco a poco se ha ido incorporando en su elaboración la mujer. Se ha transmitido de padres a hijos, dedicándose a él familias enteras. Para recolectar los materiales y lograr una vara adecuada se tiene en cuenta el estado de la roza (‘plantación donde crece’) y el menguante de la luna.

Dos materiales son los más usados en cestería: el esparto y el mimbre, aunque también lo han sido las cañas, juncos, aneas y retama.

La recolección del esparto era sumamente dura: se realizaba a mano, y además de lo incómodo de la postura, agachado bajo el sol, el recolector se valía de un palito colgado de la muñeca para protegerse de arañazos y erosiones en las manos. En la zona de Guadix-Baza(Granada), durante la dominación romana ya existía el «Campus Spartarius», mencionado en sus obras por Plinio y Estrabón, lo que nos da idea de la antigüedad de los cultivos de esta planta en nuestro suelo. Sus aplicaciones fueron la confección de capachos, jáquimas de caballerías, mullidas para vacas y bueyes de tracción, alpargatas, los llamados «sarrións» en Cataluña, para medir y transportar carbón y leña; «ceiras» en Galicia, para los molinos de aceite; cestos de pescador, polleras, morrales, «sembraeras» en Cuenca y las esparteñas usadas en la región murciana-jiennense.

En cuanto al mimbre, dos son las variedades utilizadas en cestería: Salix viminalis y el Salix fragilis. El primero es poco frecuente en España, el segundo es el sauce corrientemente usado por los artesanos de nuestro país. Las principales zonas de cultivo son las provincias de Cuenca y Guadalajara, así como Navarra, La Rioja, Álava, Salamanca, Ávila, Valladolid y Jaén. Dependiendo de la calidad del mimbre, se destina a diversas clases de cestería. En Cataluña, Navarra, La Rioja, Aragón y Valencia se utilizaba mucho el tipo basto para los utensilios del campo y para envases de frutas, hortalizas y flores, hoy sustituido por el cartón y el plástico. Además de una enorme variedad de cestos, son innumerables los útiles de trabajo y de adorno elaborados con mimbre, tales como cuévanos, paneras, «escarceles» para el transporte de estiércol en caballerías, «arganells» para llevar los cántaros, cestos de vendimiar, costureros, marcos para espejos, baúles, sillas, sillones, artilugios de pesca. etc.

3042400290_4cfb95b422_zHoy en día, la cestería tradicional se ha convertido sobre todo en un bellísimo objeto de decoración. Numerosos son los ejemplos en toda España de lugares que conservan este oficio artesanal e incluso cuentan con calles enteras donde están ubicados sus talleres y tiendas. Es el caso, por ejemplo, de Vigo (Pontevedra). En su Casco Vello (viejo) se encuentra la calle de los Cesteiros. La razón de la existencia de este oficio en Vigo, al margen del pasado rural de la ciudad, está asociada a la vinculación entre Vigo y el mar. Los “cesteiros” proveían a las gentes del mar de patelas (cesta utilizada para transportar pescado fresco) y de las conocidas como cestas de palangre (utilizadas para colocar este arte de pesca, donde los anzuelos se enganchaban en el borde de la cesta). Pero existen cestos para todos los usos que se resisten a desaparecer. Los encontraremos en las plazas de abastos conteniendo frutas, verduras o pan; en las casas, cerca de las lavadoras o de la ropa de planchar, conteniendo los productos de higiene o como mero adorno.

Las islas Canarias es otro de los puntos de la geografía española donde existen numerosos centros de cestería. Aquí, sin embargo, esta actividad estaba más ligada al mundo rural, un arte orientada al consumo doméstico que buscaba la funcionalidad del producto.

retoqueCBCarmen Blue

 

Si te gusta comparte...Share on Facebook0Tweet about this on TwitterEmail to someone

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *