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La irrupción de internet y las redes sociales en nuestras vidas aporta muchos aspectos positivos y otros que no lo son tanto. Todo es cuestión de hacer un buen uso de la herramienta sin la cual muchos humanos serían incapaces de vivir en la actualidad.
Y si las personas adultas podemos ser estafadas o engañadas en las redes, especial cuidado hay que tener con los menores que pueden ser víctimas incluso de depredadores sexuales.
Una de las prácticas que más afectan a los menores es el grooming. Sucede cuando un adulto deliberadamente intenta ganarse la confianza del menor para después instarle a enviar fotos o vídeos con contenido sexual. El adulto/delincuente puede tardar varias semanas o incluso meses en llevar a cabo este delito, ya que ocurre en varias fases. Primero trata de ganarse la confianza del joven incluso haciéndose pasar por otro menor. Intenta conseguir detalles personales de la vida del niño, datos de contacto con él y entablar una relación de “amistad” para manipularlo, con el fin de que el menor realice un acto que sabe que no está bien y que podría ser causa de reprobación por parte de sus padres, por ejemplo, mandar alguna foto desnudo. En una última etapa el adulto acaba chantajeando al niño y amenazándolo con difundir las fotos. De este modo consigue que el menor obedezca a sus deseos cada vez más.
El niño se siente atrapado y esta situación le generará estrés, vergüenza, sentimiento de culpa, ansiedad, depresión y muchísimo miedo.
El grooming no es un nuevo tipo de delito, es una forma de abuso de menores que se ha readaptado a los nuevos tiempos y al anonimato de las redes. Las dificultades para atajarlo y terminar con él son numerosas, principalmente por el anonimato de los delincuentes, pero también por la inocencia de los menores y la fácil accesibilidad de Internet.
Por ello es fundamental no solo el trabajo de la policía, los investigadores y las distintas asociaciones implicadas en acabar con este tipo de delitos, también es necesario el control parental y el aprendizaje del uso de las redes y la tecnología por parte de todos.
Hablar con los jóvenes abiertamente sobre el tema y educarlos en un buen uso de Internet es mucho más eficiente que prohibir.
Una de las lecciones que deben aprender es no proporcionar, o hacer fácilmente accesible a extraños, imágenes o información personal que pueda ser utilizada para otros fines. Es muy importante preservar la seguridad y confidencialidad de cuentas de usuario y contraseñas, incluso del propio ordenador. Para ello es necesario instalar un antivirus o software de control parental.
Hay que ser muy claros con los menores y educarlos para que también confíen en los padres, profesores o policía y que no duden en pedir ayuda y no cedan ante ningún tipo de chantaje.
Los adultos debemos controlar y supervisar el acceso de los niños a Internet y concienciarlos de los peligros de las redes.
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