Existen determinados alimentos que identificamos con épocas del año. Así, el Roscón de Reyes con el tórrido verano, el helado (mejor el de tutifru) con los rigores del invierno estepario y las torrijas y el bacalao con los carnavales. Bueno, más o menos, que tampoco vamos a ponernos tiquismiquis por unos errorcillos de cálculo que ahí está Nostradamus y todavía hay gente que se lo cree.
El caso es que, fechas señaladas aparte, mi amigo Juan se agenció un yacimiento de ese tesoro llamado bacalao que, a pesar de los años sigue excitando paladares. Así que me plante y ocurrióseme fantasear sobre variaciones sobre el tema del pilpil. Casi ná. Y como la cuestión está trillada, lo que me vino al magín os lo relato a continuación Sigue leyendo