Si te gusta comparte...0

El periódico digital El Confidencial publicaba en su edición del pasado 27 un trabajo sobre la prostitución en España. Pero no ya de las prostitutas, a las que habría que dedicarlos un espacio aparte y que lo haremos, lo prometemos, sino de los usuarios. Y es que hay que reconocer que son pocos los varones que en público reconocen que alguna vez han hecho uso de los servicios de estas mujeres. En público claro, porque cuando han tenido una oportunidad son muchos, que no todos eh, que se han metido en los miles de burdeles que se reparten por todo el país.

Y es que para ser serios en un tema tan serio como éste hay que recurrir a datos contrastados sobre qué porcentaje de hombres han estado alguna vez con una puta. Los últimos datos oficiales datan de una encuesta publicada por el Centro de Investigaciones Sociológicas en 2008, que revelaba que el 24,6% de los hombres reconocieron haber tenido alguna vez relaciones con una mujer a la que habían pagado por ello. Por contra, sólo el 1,1% de las mujeres contestaron afirmativamente a lo mismo.

Dicen y debe ser cierto que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo y que su erradicación es prácticamente imposible. En algunos países se ha legislado para perseguir a aquellos que pagan por estar con estas mujeres, pero los resultados para los defensores de la moral pública son desalentadores. Y claro otro dato demoledor es averiguar cuantos hombres han mentido a la hora de afirmar que nunca se ha ido con putas.
¿Cómo son los usuarios habituales de este tipo de servicio? Pues de todos los colores. Hay estudios que aseguran que hace diez años los que acudían a los burdeles eran hombres de mediana edad que por no funcionar su matrimonio y no tener suerte a la hora de ligar, creían que solo arrascándose el bolsillo serían capaces de mantener relaciones.

Pero que nadie piense que esta un perfil fijo, porque las pandillas de jóvenes igual quedan hoy para ir al cine que para ir juntos de fulanas. ¿Y van estos jóvenes a las casa de citas porque no encuentran sexo en otro lugar? Pues hay de todo, pero las profesionales son las profesionales y no les dan lo que experimentan con sus novias o sus ligues. Puede haber muchos motivos para ‘irse de putas’, que está pasando a ser un juego más, una parada más, en el tradicional paseo de juerga de las pandillas.

Una tercer usuario de este tipo de servicios son los enfermos que buscan un sexo impersonal, a una mujer a la que pueda despreciar a través de una posesión ficticia, aunque ellos saben que en un 90% estas mujeres se ven obligadas a prostituirse, sólo un 5% de mayor nivel lo hace de forma voluntaria, estas personas obvian los dilemas morales.
¿Irse de putas o acudir a una puta supone pues una huida, una necesidad, una diversión o el reflejo de una enfermedad? De todo hay. En una sociedad tan compleja en la que parece que caben todo el mundo, los hombres han utilizado históricamente a la mujer como objeto de deseo, sin que, en ningún momento, mediara el amor o la complicidad.

Los estudios que se disponen en la actualidad sobre la historia de la prostitución evidencia un trato discriminatorio de la mujer, hasta extremos de una denigración total y al que iban arrastradas por pura necesidad, y, por otra parte, la prestación de unos servicios por parte de mujeres jóvenes y bellas de ‘alto standing’ que empleaban y emplean este tipo de relaciones para embolsarse suculentos dividendos. Pero estas son las menos y, además, las menos accequibles para el ‘varon medio’ que se tiene que conformar con ‘mercancías’ de menos valor.
Otro capítulo sería el reflexionar sobre lo que pasaría si se instauraran prostíbulos masculinos en la medida en cómo existen hoy los femeninos. Nada que ver con los  gigolos y la compra de servicios masculinos a través de internet o de otros medios más ocultos.

La sombra del testigo

Si te gusta comparte...0