El macho cabrío

Si te gusta comparte...Share on Facebook0Tweet about this on TwitterEmail to someone

foto3legionbrazoA PECHO DESCUBIERTO

La señora administradora de esta revista me conmina a que escriba, que es de bien nacidos ser agradecidos y que si no hay cumplimiento no hay manteca y como los tiempos están para echarse a llorar, pues aquí me tienen.

Establecidas las premisas de que soy un buen tipo y de que me encantan las nenas, por algo estoy aquí rodeado de ellas, les cuento mi intimidad, aunque no toda, que hay espacios que son muy particulares y tampoco se trata de mostrar del todo mis ‘cualidades ocultas’.

Pues ya saben que fui legionario y de los buenos y que me ponía gritar a todo pulmón ‘a mi la legión’ cuando me metía en esos saraos que habitualmente se solucionaban a torta limpia y como ya se sabe que estamos hechos de otra madera pues me gustaba regodearme haciéndome ver allá adonde iba me pertenencia a tan heroico y solidario cuerpo de élite. ¿Qué alguien se encaraba conmigo? ¡A mi la legión! ¿Qué no me dejaban entrar en un bar porque parecía mamao? ¡A mi la legión! ¿Qué le guiñaba a una piba y el novio se me encabritaba? ¡A mi la legión! Pero no sé de mi mala fortuna que por mucho que gritaba a la legión no acudía nadie a mi socorro, por lo que con el tiempo desistí de recurrir a tan socorrida llamada y callarme un poco, porque a la postre el que salía a mamporros era yo y como soy muy macho pues coleccionaba más tortas que las repartía.

Que no piensen, qué les veo venir, que no soy sentimental y que carezco de corazón, pero es que en mi cuerpo, el de carne y hueso, están grabados a tinta china mis promesas y mis amores, empezando por mi bendita madre a la que le dedico, en el antebrazo derecho, ‘madre no hay más que una’ con la imagen de la Santísima Trinidad, que es la madre de las madres. En el izquierdo, el brazo me refiero, llevo grabada una serpiente cascabel, con cascabel y todo qué es una pasada, y un corazón con una flecha atravesá que dediqué a Filo, mi novia de Lanzarote, a la que solo la llamaba Filomena cuando no respondía como era menester a mis pasiones descontroladas.

Pero también tengo en toa la espalda la imagen de la cabra hispánica, el símbolo genuino de mi otro cuerpo, el de ¡a mi la legión!, que no vea lo que provoca en las féminas cuando lo luzco. Una cabra muy espabilá, con los cuernos revueltos pa dentro y unos ojos muy abiertos y azules, una cabra como dios manda y que me costó los cuartos y que era el tatuaje más admirado de la sexta compañía.

¡Qué tiempos! Y el cachete izquierdo de mi trasero respingón tengo un par de lunares de nacimiento y el dibujo de un brazo en posición de saque bola que cuando contraigo el musculo trasero, ejercicio del que soy todo un maestro, pues hace que la bola engorde un poco más. Cuando me veo en pelotas delante del espejo parezco el telediario, soy pura noticia y no les cuento más porque algunos ligues se les pasa el tiempo leyéndome en vez de atendiñendome como creo que merezco, pues además de los descritos tengo grabados los diez mandamientos del buen legionario español, un pez con un anzuelo, un ‘te quiero cuchi cuchi’ a otra novia, aunque esta peninsular, el cuerpo de una muchacha jaquetona y una otras cosillas que están en el reservao y quien quiera verlas ya saben, que no es uno prudente, ni nada. Pues pare usted de contar intimidades.

La próxima semana les cuento los devaneos sexuales que tengo con una nena que no me hace caso, a ver si algunas de vosotras o vosotros que sois mis admiradores se animan y me dan consejos útiles. Adiós¡¡¡¡¡¡

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