Quisiera invadir esas distancias secretas de lo efímero en su vuelo hacia la eternidad.
La vida es, finalmente, lo que intuía.
La vida es aprender a estar sólo, a vivir con tu soledad y sacarla a pasear de vez en cuando.
Y la vida es también pensar, luchar por existir y saber que tras las renuncias lo que queda es tu ser, eres tú, completamente sola, desnuda contigo misma.
Y la venganza de horas, minutos, segundos que crees haber perdido en el tiempo dormido de antiguos espacios, ahora irreconocibles, volverán a ti y te invadirán.
Y tú, tan lejano como próximo, hoy no estás aquí y mañana aquí ya no será lo mismo y ya no sabremos qué es aquí.
Porque mi antigua patria fue la nada…
Allí regresaré con todo ese tiempo (horas, minutos, segundos invasores…).
Tengo que resignarme a flotar en lo intraducible de mis palabras.
¿Podrás tú, futuro receptor individual, hacerlo también?