Me vais a tener que disculpar que lleve algunas semanas sin escribir, pero tengo excusa; estoy trabajando de “colorista”, o sea, poniendo tintes y lavando el pelo a las señoras más ricas de aquí en una de las peluquerías más famosas de la zona.
Todo comenzó cuando el dueño, un amigo muy querido, me llamo para que le echara una mano ya que su asistenta se marcho sin dar tiempo a encontrar sustituta, y por supuesto que fui; cuando estás tan lejos de los tuyos, los amigos pasan a ser tu familia.
Así que, después de una rápida clase la noche anterior, allí estaba yo dando tintes a las señoras; ellas me preguntaban si había trabajado antes en esto y yo les decía que si, pero que hacía muchos años en España, entonces me di cuenta que sus caras se volvían azules y dejaban de respirar, por lo tanto desde entonces, todas creen que he trabajado toda la vida de peluquera, y me evito el riesgo de que alguna se me asfixie en mitad de un tinte.. Sigue leyendo