Hay un debate abierto, aunque no explícito, desde hace unos años en la sociedad francesa que se extiende al resto de Europa: cómo integrar la cultura musulmana sin perder los principios laicos que inspiran la República. Si echamos la vista unos años atrás, ahí está la prohibición del uso del burka por parte del gobierno conservador de Nicolás Sarkozy o el veto en el uso de pañuelos en las escuelas públicas.
Sin embargo, debido a los últimos acontecimientos en el país galo relacionados con ataques terroristas perpetrados por extremistas islámicos, el debate se aviva y la polémica está servida.
Lo último son las declaraciones de la ministra francesa de Familia, Infancia y Derechos de la Mujer, Laurence Rossignol, que denunció a grandes marcas de moda por alimentar un mercado que atenta, según ella, contra la libertad de las mujeres. Y es que el hiyab o las túnicas son prendas que algunas de las más prestigiosas y reconocidas firmas de moda están utilizando como reclamo comercial. Sigue leyendo