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FESTIVAL DEL PENE

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Existe un lugar en el mundo en el que se venera al pene, y no es el cuarto de baño del sobrado de turno mientras se la machaca. Está en Japón, en la ciudad de Kawasaki, cerca de Tokio. Esta ciudad, próxima a la capital nipona, se llena de turistas curiosos, jóvenes desinhibidos, travestis, niños y hasta personas mayores para adorar a una única figura: el pene.

En un festival llamado el Kanamara Matsuri, los vecinos de esta ciudad pasean con reverente devoción un pene de 280 kilos de peso y 2,5 metros de largo. Celebran el Día del Pene como el Día de la Fertilidad y rezan por el bienestar de la pareja o por la prosperidad del matrimonio.Se trata de una celebración sintoísta (religión mayoritaria en el país) que se lleva a cabo el primer domingo de abril de cada año, aunque puede variar la fecha dependiendo del lugar, porque este festival se celebra también en otras comarcas niponas.

El origen de esta fiesta que mezcla lo pagano, el sexo, con lo religioso, no está muy claro. Hay teorías que lo vinculan con la antigüedad, otras niegan su relación con la fertilidad y dicen que es una tradición que viene de años atrás cuando las prostitutas de la zona acudían a rezar al Santuario de Wakamiya para pedir protección o curación de enfermedades de transmisión sexual.  Existe incluso una leyenda sobre un espíritu maligno de dientes afilados que se encaprichó de una joven y para no compartirla con nadie se instaló en su vagina dispuesto a morder a cualquier miembro viril que osara poseer a la chica.

La joven tuvo dos noches de bodas y sus dos esposos acabaron castrados por la mordedura del demonio. ¡Qué dolor! Entonces la mujer le encargó a un herrero que le fabricara un falo de metal para introducirlo en su vagina. El espíritu maligno mordió “el anzuelo” y toda su dentadura se rompió. ¡Una inteligente venganza! Ya no pudo fastidiar más a la joven.

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Ese Falo de Metal es uno de los tres mikoshi (capilla portátil, a modo de los pasos de Semana Santa) que los devotos transportan en procesión hasta el Santuario de Wakamiya. Junto a él, el Falo de Madera y el Falo Rosa, también llamado “Elisabeth”. Este último se incorporó hace pocos años a través de una donación de una asociación de travestis llamada Elisabeth cuyos miembros tenían amistad con un monje del santuario. “Elisabeth” es el Falo más concurrido y divertido, transportado por travestis y acompañado de cánticos y risas.

En esta insólita procesión participan personas de todas las edades y con absoluta naturalidad. Los sacerdotes shinto caminan tocando instrumentos musicales, acompañados de un desfile de gente vestida con ropas ceremoniales; grupos de jóvenes japonesas llevando penes de maderalos ofrecen a los asistentes para que lo toquen; en las calles hay numerosos puestos donde se vende todo tipo de souvenirs con forma fálica: velas, llaveros, colgantes, camisetas… En otros puestos callejeros ofrecen comida (salchichas, bananas y verduras moldeadas para la ocasión) y dulces (la piruleta fálica es la favorita de las niponas) y algunos invitan a beber sake.

Cuando llegan al Santuario hacen girar a los mikoshi, los posan en el suelo y todavía rezan algunas oraciones más.

¿A qué son unos cachondos estos japoneses? Y much@s os preguntaréis, como yo, si también tendrán un festival para venerar a la vagina… Bueno, esta parte de la anatomía femenina también tiene su espacio en el santuario de Wakamiya, aunque en el festival solo saquen el pene a paseo. Dentro del templo hay una gran vagina de bronce que tiene una zona dorada desgastada por el roce. ¡Que no es broma! El culto consiste en comprar uno de los falos de metal que se venden en los puestos callejeros y arrodillarse ante ella para frotárselo, pero sin introducirlo.

¡Bravo por los nipones! Sería injusto que solo celebrasen la fertilidad y prosperidad con el falo y dejaran relegados los genitales femeninos…No nos olvidemos que es la mujer la que en lo que a la reproducción se refiere se lleva la parte más larga y dolorosa. Lo de ellos son unos minutos de placer, ¿o no?

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Carmen Blue

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